Las setas: desastre económico de la Sierra de la Culebra
El patrimonio micológico era fundamental en la economía local golpeada por el incendio: «Muchos vecinos vivían de las setas y en 40 años no habrá»
La pérdida en el patrimonio micológico que sufrirán los vecinos de la Sierra de la Culebra es incalculable. No es una frase retórica. Es que sencillamente nadie ha podido calcular cabalmente su riqueza. Hay, eso sí, una certeza: ha muerto .
La nave de la empresa Conservas Gabemar, dedicada principalmente al envasado y la exportación de setas y del producto estrella, el boletus, es el depósito donde se realiza la autopsia. La tensión y el frío a la hora de diseccionar la situación es casi insoportable para el que nada supiera de la importancia de esos frutos a ras de tierra.
Pero el diagnostico realizado por el empresario Aurelio Gabella hiela definitivamente la sangre: «Tardarán en volver a brotar los boletus entre treinta y cuarenta años» . Sus manos dejan de nuevo en la caja dos magníficos boletus que a él se le antojan medianos para el gusto de los chef italianos en cuyas manos acababan a veces. La caja se cierra. Queda la persona con la mirada perdida.
«Tengo que buscar otros proveedores, los de mi tierra no los volveré a tocar en este tiempo», lamenta quien regenta una empresa familiar y es consciente de que el fuego repercutirá en la economía local y en el empleo. «Es un drama tremendo. Si no hay mercancía, no hay trabajo» .
Hay sentimiento de brevedad de la vida en esas palabras, pero también cálculo. «El producto era inmejorable, muy cotizado. La Sierra estaba en su mejor punto. La edad de los árboles no era ni muy joven ni muy vieja y es ahí donde se dan las mejores campañas, sobre todo las de otoño», indica Aurelio.
La empresa, una nave casi imperceptible en su entrada, pero que esconde dos montacargas y cientos de palés, es bien conocida por los camioneros que movían entre 30 y 40 toneladas. «He mandado tráileres a País Vasco, Cataluña y, si la campaña era fuerte, a Italia ».
La empresa mirará «a Portugal, a Galicia», pero ya no comprará a sus convecinos que se han quedado sin esa fuente de ingresos. También están las fresas y otros frutos silvestres.
Estamos en la parte legal de la recogida de setas. Están aquellos que llevan su producto a envasar, firman y dan cuenta de sus ingresos como un extra que al año les puede reportar «hasta unos diez mil euros», según relatan algunos vecinos.
Pero fuera de las empresas hay otra economía informal, «no declarada». Hay quien complementa la pensión, los escasos emolumentos por limpiar casas. Hay quien únicamente vivía de eso y no lo puede confesar. ¿Cuántos? La respuesta es la misma: incalculables.
«En estos casos el seguro no lo cubrirá. Muchas veces no se declara, pero quienes necesitaban esto para sobrevivir lo van a pasar muy mal», explican lugareños acostumbrados estos días a atender a la prensa, pero que temen que el tiempo los castigue con el olvido.
«Aquí vivían muchos vecinos de las setas, casi todo el año, y de la miel, también, murieron muchas abejas en las colmenas», agrega otra mujer.
En otro corrillo de la zona explican que «se podían sacar 300 euros al día», y que «si la campaña era buena y duraba se llegaban a conseguir entre 10.000 y 15.000 euros». «Daba para vivir todo el año por aquí, pero no habrá ayudas al respecto y era para muchos su única vía de ingreso».