Monjas virales a ritmo de ‘Resistiré’
Las dominicas de la residencia universitaria Santa Rosa de Lima en Valladolid alegran cada día el confinamiento a sus vecinos con canciones religiosas / También han confeccionado más de 500 mascarillas para las personasque están en primera línea contra la pandemia
Imaginar a un grupo de monjas cantando no es algo extraño. Habitualmente, eso sí, en un coro de una iglesia, un concierto benéfico o una clase de música, pero raras veces pensaríamos en religiosas ascendiendo a las primeras posiciones de las redes sociales por un baile. Y es que el corazón de internet no lo han conquistado sus voces celestiales (que también podrían), sino una marchosa coreografía de la canción del confinamiento, el famoso Resistiré del Dúo Dinámico.
Las dominicas de la residencia universitaria Santa Rosa de Lima en Valladolid han sorprendido porque, además de cantar este tema, le bailan con buen ritmo y una compenetración excelente. Saltos, palmadas, giros… para terminar arrodilladas en el suelo señalando al crucifijo que tienen detrás. Un vídeo entrañable que enamora y dibuja sonrisas.
Dibujar sonrisas y, sobre todo, borrar la preocupación de sus hermanas más mayores que de media rondan los 70 años era lo que buscaban con esta grabación . «Queríamos transmitir que estábamos bien, así que decidimos hacerlo bailando. No nos imaginábamos la repercusión que íbamos a tener. Hemos salido hasta en Socialité» , cuenta Sor Corazón, antes de comentar que también nació como una manera de celebrar el cumpleaños de la Provincial.
«Elegimos Resistiré porque es una canción muy alegre». Cada vez que salían a las ocho de la tarde a aplaudir solo veían caras de preocupación. «Nuestra idea era borrar la tristeza y el aislamiento». No conocían a sus vecinos, así que intentaron llegar a ellos de la mejor manera que saben: cantando. Antes de la cuarentena cada domingo acudían a las parroquias de La Antigua, Santa Clara y San Martín para animar las misas e impartir catequesis.
Ahora han cambiado el coro por el balcón de la calle Juan Mambrilla. Desde allí deleitan al barrio con canciones religiosas. «Están todos encantados, incluso salen antes y se meten a sus casas más tarde. Nos vemos las caras y notamos que poco a poco están recuperando la esperanza», asegura Sor Corazón, que también reconoce que en los últimos días les habrán puesto falta porque no han podido salir. El motivo lo merecía. Han estado «muy ocupadas» confeccionando mascarillas para las personas que están en la primera línea del coronavirus.
En colaboración con una asociación de costureras de Castilla y León han fabricado más de 500 protectores que han llegado a hospitales, residencias de personas mayores, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado… «Todavía quedan algunas aquí que nos tienen que venir a recoger», apunta. El resto del tiempo lo dedican a la oración. «Hemos ampliados nuestros rezos. A las laudes hemos sumado el rosario y una adoración al santísimo».
En este céntrico enclave conviven dos comunidades: 27 monjas de seis nacionalidades. Durante el año, las más jóvenes estudian Teología en el Real Colegio Seminario de los Padres Agustinos. Antes de poder ingresar en este centro agregado a la Facultad de Teología de Burgos, las dominicas que no saben español se matriculan en la Escuela Oficial de Idiomas, situada en el barrio de Las Delicias.
Debido a la COVID-19 han tenido que parar sus estudios, pero siguen siendo muy activas. Tan activas que se han convertido en las reinas de las redes sociales. Quizá su influencia venga de las universitarias. Y es que durante el año las dominicas comparten la riqueza de la interculturalidad con jóvenes que llegan a la capital del Pisuerga para estudiar y convertirse en las profesionales que siempre han soñado. Juntas disfrutan de habilidades y talentos únicos.
Según expone Sor María Dolores en la página web, la residencia es «el mejor marco para crecer» y encontrar la verdad a través de los valores evangélicos, el estudio y las relaciones interpersonales respetando siempre la libertad. Como una familia, crean de septiembre a junio un ambiente acogedor, en el que fomentan la solidaridad, los valores y el respeto mutuo para lograr una buena convivencia. Por ello, potencian el sentido de la responsabilidad que favorece el estudio y el descanso y ayudan a cada una de sus residentes en su desarrollo integral como mujeres y como universitarias desde una concepción cristiana del hombre y del mundo.
Todo lo que hacen deja huella. Durante el curso escolar conviven en positivo, manteniendo un ambiente lleno de amor y felicidad. Y ahora con las estudiantes en sus casas buscan hacer la vida más agradable a todas las personas que, aunque están lejos por la distancia social impuesta por la COVID-19, están cerca en sus corazones. Bailan por ellas. Por cambiar las muescas tristes por alegres. Salen de sus movimientos más estáticos para moverse al son de la felicidad.
«Tuvimos que ensayar bastante porque las monjas estamos acostumbradas a movimientos más pausados que acompañan a nuestras canciones religiosas, sin embargo, Resistiré es muy movido. Nos lo hemos pasado muy bien. Ahora tenemos un documental que recoge todo, desde los ensayos hasta la actuación final», relata Sor Corazón muy emocionada.
El objetivo se ha cumplido con creces: tranquilizar a las religiosas más mayores de la comunidad que estaban preocupadas por ellas y regalar unos minutos de alegría a todo aquel que lo vea. Son muchas personas las que lo han hecho. Ahora los balcones de este céntrico barrio se convertirán en un tesoro muy preciado, ya que a las ocho ofrecen un peculiar concierto donde el optimismo y la lucha por vencer al virus está detrás de cada estrofa.
Su canto para algunos de sus vecinos es medicinal. Con él limpian sus preocupaciones, recolocan sus prioridades y airean lo malo para quedarse solo con lo bueno. Para las dominicas, añade Sor Corazón, también es una manera de dar las gracias por estar sanas. «Gracias a Dios no nos hemos contagiado. Nueve de nuestras hermanas son bastante mayores, así que estamos contentas».