Diario de Castilla y León
James Moran. - JUAN MIGUEL LOSTAU

James Moran. - JUAN MIGUEL LOSTAU

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JAVIER FDEZ.RUBIO | VALLADOLID
Valladolid

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James Moran (Valladolid)

En Valladolid viven actualmente 159 ciudadanos del Reino Unido , uno de ellos es James Moran. Desde hace cinco años, Moran vive en la capital, a donde llegó por amor, como él mismo reconoce, y en donde ha abierto una academia de inglés. A Moran, el Brexit no le ha hecho cambiar sus planes, todo lo contrario: está más convencido de que su futuro sigue en España. El Brexit lo que ha hecho es reafirmar su perplejidad por el pensamiento inglés y la oportunidad que se va a crear en España y, por lo tanto, en Valladolid para los profesores nativos de inglés, pero con doble nacionalidad británico/irlandesa como la suya, ya que, según dice, la restricción en el movimiento de personas que antes se producía libremente dentro de la Unión, va afectar negativamente al aprendizaje del inglés en España.

«Hace mucho tomé la decisión de tener pasaporte irlandés. Lo único británico de mí es el código postal»
«El Brexit creó un ‘nosotros’ contra un ‘ellos’ como táctica política. La realidad es una historia de ricos contra pobres»

 

«He estado viviendo en España durante aproximadamente ocho años, con los últimos cinco años aquí en Valladolid -explicó-. La verdad es que vine a Valladolid por amor. Mi trabajo anterior era enseñar cursos intensivos de inglés en varios sitios de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) y pasé tres meses en Cuenca, dos meses en Santander y viajé por muchos lugares de España en poco tiempo. A pesar de que era un gran trabajo, aprendí mucho y conocí a algunas personas fantásticas, me cansé de viajar y quise instalarme en algún lugar. Durante uno de mis viajes, conocí a una pucelana y me decidí por Valladolid y crear algo».

Ese ‘algo’ es la academia ‘Tú necesitas inglés’, ubicada en el centro de Valladolid y en donde asiste en directo a la incidencia que tendrá el Brexit en los niveles formativos de los españoles. A su juicio, una de las víctimas del Brexit será que la oferta de profesores nativos de inglés caerá por la restricción de los movimientos profesionales a las que conduce. Creada la necesidad, sin embargo, se abre la puerta de la oportunidad: al tener doble pasaporte, británico e irlandés, el Brexit no afectará a su vertiente irlandesa. Simplemente cambiará de pasaporte para seguir siendo ‘europeo’. Esta posibilidad no la tienen otros británicos residentes en Valladolid.

«De hecho -comenta-, me encontré accidentalmente en una posición privilegiada. Como soy de Irlanda del Norte, podemos optar por tener un pasaporte británico o irlandés. Hace muchos años tomé la decisión de tener un pasaporte irlandés porque mi sangre es irlandesa y mi cultura es irlandesa y, para ser sincero, lo único británico de mí es el código postal, por lo que para mí personalmente no hay riesgo, pero tengo muchos amigos cercanos que quieren quedarse y están preocupados, así que veremos qué sucede».

Dada su condición de irlandés del Norte, Moran es una singularidad dentro de la singularidad británica. Con dos pasaportes en su bolsillo, asiste con tranquilidad a lo que pueda ocurrir, pero también con perplejidad, ya que entiende que el Brexit es la deriva entre populista y nacionalista que ha adoptado el Reino Unido, algo que no comparte:

« ¿Por dónde puedo empezar? -se pregunta-. Con el Brexit, todo sucedió muy rápido y creo que un número muy pequeño de personas realmente sabía por qué votaba. Estoy completamente en contra de la idea del Brexit. Los políticos que lo apoyan crearon un ‘nosotros’ (Gran Bretaña) contra un ‘ellos’ (UE)’ como táctica política, pero la realidad es que se trata de una historia de ricos contra pobres. En mi opinión, la razón por la que tantos políticos apoyaron el Brexit es porque la UE tiene políticas para evitar que los políticos hagan lo que quieran, y eso evitaría que hagan lo que muchos hacen: romper las promesas y solo cuidar sus propios bolsillos. No sé si debería reírme o llorar con esta cosa del Brexit porque parece una gran broma. El autobús que se estaba utilizando para promoverlo, llevaba inscrito:

«Enviamos a la UE 350 millones de libras por semana que dejamos de ingresar en la Seguridad Social de aquí». Y, ahora, estoy leyendo que la Seguridad Social se venderá y privatizará. No encontrarás este nivel de basura absoluta ni en un episodio de Pinocho».

Se muestra convencido de que una de las consecuencias del Brexit es que provocará un retraso en la formación en España en lengua inglesa al dificultarse la contratación de profesores nativos que ya no pertenecerán a la Unión y por lo tanto no podrán beneficiarse de la libre circulación dentro de sus fronteras.

«La demanda en España es de profesores de inglés nativos y no sé qué va a suceder, pero creo que en un lugar como Valladolid hay escasez de profesores de inglés nativos y tal vez sea difícil disponer profesores británicos por la dificultad de contratar a personas que no sean de la Unión. Irlanda podría ser el único país de la UE que habla inglés como primera lengua. Personalmente, creo que el Brexit retrasará a España unos años en términos de aprendizaje del inglés».

Moran no piensa volver a vivir en el Reino Unido. Es algo que tiene muy claro y desde esa perspectiva asiste con lucidez a los acontecimientos. «Aparte de ir a casa a visitar a la familia un par de veces al año, allí no hay demanda de profesores de inglés y, para ser sincero, amo mi trabajo. El Brexit ha fortalecido aún más mi deseo de permanecer en España».

Patricia Rodríguez (Londres)

Patricia Rodríguez es vallisoletana y ofrece la otra cara del Brexit, la que está al otro lado del Canal de la Mancha. Ella, empresaria y escritora, lleva 19 años viviendo en Londres con su pareja y estos tres años no han sido una balsa de aceite por cuanto Inglaterra es el lugar donde vive y donde quiere seguir viviendo. La zozobra por lo que pudiera deparar el futuro ya se ha mitigado, aunque en ningún momento pensó que peligrara su estancia en tierras británicas. Pero ha sido una vorágine burocrática donde tuvo que demostrar y certificar media vida de residencia en suelo británico. Ella, que se considera más londinense que británica, está convencida de que su ciudad seguirá siendo europea de corazón. «Londres sigue siendo Europa», afirma convencida.

Patricia Rodríguez llegó a Londres hace dos décadas y se siente más londinense que británica. En la capital inglesa cursó sus estudios universitarios y «desde el primer momento me sentí muy identificada con la ciudad, con su diversidad cultural y con la apertura de mente y la tolerancia de los londinenses. También con la belleza y la increíble historia de Londres que, en realidad, es multitud de ciudades. Tuve muy claro que esta podía ser mi casa desde el primer día. Citando a uno de los personajes de George Elliot:’ I belong to the nation of London’ (Pertenezco a la nación londinense)».

Desde que se abriera la espita de la deserción británica de Europa, Patricia vivió con inquietud lo que pudiera pasar.

«Tuve que solicitar el estado de residente -explicó-. Al principio era un proceso muy burocrático pero luego lo cambiaron a una aplicación móvil. No puedo decir que me resultara complicado –eso sí, la sensación de tener que volver a solicitar un derecho que ya tenías antes es un poco extraña-. Sé que hay gente que ha tenido algún problema con el proceso pero hay bastante margen de tiempo para arreglarlo y dudo mucho que lleguen a deportar a nadie».

No piensa retornar a España, salvo para las acostumbradas visitas vacaciones en donde vuelve a reencontrarse con familia y amigos.   

«Creo que para alguien que vive fuera de su país, la idea de volver en algún momento siempre está presente, pero el Brexit no me ha hecho planteármelo en mayor medida que antes. Londres sigue siendo Europa» es su comentario.

Dice que no ha sentido peligrar su situación en suelo inglés y asumió con flema británica, nunca mejor dicho, los trámites que tuvo que seguir para renovar su residencia. El hecho de que las autoridades de otros países aplicaran a los residentes británicos unas medidas encaminadas a la expulsión fue a su juicio determinante para que no se pusiera en riesgo la permanencia en el Reino Unido postbrexit. «En realidad siempre he confiado en que no habría problemas, sobre todo por una cuestión de reciprocidad. Si algo he aprendido de los británicos es que, ante todo, no hay que ponerse dramáticos», comentó al respecto.

Ahora queda por ver cómo se desarrolla la letra pequeña de la salida de la Unión, algo que no solo afectará a las personas, sino también a las empresas.

«De momento, el Brexit no nos ha afectado en ningún sentido práctico. Todo depende del tipo de acuerdo que se alcance –o de si no se llega a un acuerdo-. También hay incertidumbre por parte de las empresas, para los británicos que viven en países de la UE, en la City, etc... En ese sentido, somos todos meros espectadores y quizás tenga consecuencias en las que nadie haya pensado aún. Ahora, cuando ya no hay más prórrogas ni dilaciones, empieza el verdadero pulso».

La situación también da para bromear, algo por lo demás británico cien por cien, con esa punta de sarcasmo ante las dificultades. Preguntada si conoce a alguien que se haya visto obligado a volver o que se lo esté pensando, contesta que no y añade: «No, personalmente no conozco a nadie pero siempre bromeamos al respecto entre amigos ‘Si nos echan y nos montan a todos en un barco, pues volveremos a España. ¡Será el mayor ‘party boat’ de la historia!’»

Analizando lo ocurrido, Patricia Rodríguez considera que el Brexit es la cortina de humo que oculta problemas de la sociedad británica. Ver al ‘otro’ como el causante de los problemas es un leitmotiv reiterado a lo largo de la historia que en el Reino Unido ha funcionado y está en la raíz de su salida de la Unión, una combinación de populismo y nacionalismo que impera en muchos otros países.

«Citando a un personaje de George Elliot: ‘Pertenezco a la nación londinense’.Londres sigue siendo Europa»
«Si nos echan y nos montan en un barco, volveremos a España. ¡Será el mayor ‘party boat’ de la historia!»

«Un margen del 2% del voto (a favor del Brexit) no puede considerarse mayoritario, prueba de ello es el gran conflicto interno que hemos visto en el Parlamento. Creo que este país ya ha pagado un precio muy alto por el resultado. El conflicto que ha generado ha erosionado profundamente una democracia parlamentaria que siempre había sido ejemplar. También creo que el voto tiene una explicación bastante sencilla: cuando algo va mal es más fácil echarle la culpa al otro que mirarse en el espejo. Ese ‘otro’ puede ser el país vecino, los emigrantes, una organización lejana y todopoderosa como muchos ven a la Unión Europea desde aquí... Pero este tipo de fenómeno que combina el nacionalismo con el populismo también ha aflorado en muchos otros países europeos, no sólo aquí», concluyó. 

 

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