Cuando el Gordo de Navidad se empadronó en tres pueblos de Soria
Almazán repartió 375 millones, el mayor premio en Castilla y León, en un sorteo para la historia
La Lotería de Navidad ha salpicado de millones a Castilla y León, pero lo de Berlanga de Duero, Medinaceli y Rebollo de Duero hace 16 años fue un auténtico riego a manta. Era el 22 de diciembre de 2006, viernes laborable. Toda España se movía con el soniquete de los Niños de San Ildefonso de fondo cuando el bombo y el reloj se detuvieron a la par en estos tres pueblos de Soria. «20.297», cantó Naomi Sánchez. «Tres millones de euros», replicó Bryan Lafebre. Y la Administración de Loterías Número 1 de Almazán remató la jugada metiendo en el bolsillo de la provincia 375 millones de euros en 125 series, 1.250 décimos.
La historia es de sobra conocida. Juan Rodríguez, del bar Jota 2 de Berlanga, eligió el número en Almazán y repartió 240 millones de euros. En Rebollo, entonces 25 afortunados vecinos, cayeron 18 millones de euros con la lotería que traía el secretario o el alcalde todos los años de Almazán. El bar El Rincón de Medinaceli repartió sus décimos en participaciones y completó el monto con pellizcos menores, pero igualmente ilusionantes.
En el siglo XXI los tres primeros premios de la Lotería de Navidad han ingresado en Soria cerca de 600 millones de euros con cuatro Gordos (algunos sólo con dos décimos) y tres terceros premios. Sumando cuartos y quintos, siempre muy repartidos, se ha ganado la fama de que ‘siempre toca’. En proporción a la población, sí. En proporción al gasto, no tanto.
Los sorianos tienen consignados para este año cerca de 260 euros por cabeza, 13 décimos. La media nacional no llega a tres décimos y medio. Para un hogar medio español con cuatro miembros se reservan 14 décimos. Para uno soriano, 52. Vaya, que la Lotería de Navidad pone a la provincia en el nivel de gasto de una de 400.000 habitantes. Soria se deja unos 200 millones de euros en décimos y no los suele recuperar, como todos, pero sí ha habido llamativas excepciones.
«Ilusión», se repite una y otra vez en las colas –que las hay– en las administraciones sorianas. Ese anhelo se cimienta en casos como el de Berlanga de Duero. Entonces era su alcalde Álvaro López Molina. Antes ejercía la abogacía y la política. Se quedó con lo primero y sigue trabajando en su despacho. Mientras espera a un cliente echa la vista atrás hacia un día histórico para el pueblo, la provincia y Castilla y León. En este siglo ya no tan joven no ha caído un premio así en toda la Comunidad.
«La lotería de Navidad, visto el tiempo que ha pasado, más de 15 años, la ves con perspectiva para valorarla desde otra visión». En aquel momento Berlanga se sumergió en una «alegría momentánea» que hoy es «un análisis esperanzador, porque hace falta esperanza y ánimo». Pero «no fue un efecto del todo positivo».
Hubo quien aprovechó para anticipar la jubilación y cerrar su establecimiento, o para trasladarse a vivir a otras zonas aprovechando el colchón del Gordo. «Para los comercios abiertos algo reactivó la economía, pero no dejó el desarrollo que esperábamos en la comarca». Hubo un pequeño descenso en el censo, «no tan negativo como se esperaba inicialmente» gracias a que también algún berlangués aprovechó para emprender. «Fue una alegría personal», pero como alcalde «también una pequeña decepción» tras un momento «intenso y muy emocionante».
López Molina sabe de lo que habla. En aquella ocasión «hubo algo de suerte» y le tocó con un décimo compartido. Al año siguiente, resultó agraciado con parte de un décimo con el tercer premio, aunque esta vez adquirido en Madrid.
La primera vez, la de su pueblo, «cuando tocó ya estaba en mi actual oficio, como abogado. Estábamos en Aranda de Duero (Burgos), con clientes de la zona. Creo recordar que para un acto notarial». Cuando salió «tenía el teléfono a reventar de llamadas. Todo era que le había tocado a un familiar o a un amigo. Pensaba que no me había tocado pero luego, al llegar a casa y abrir el cajón, vi que llevaba un décimo a medias. Inicialmente fue la alegría por la gente. Llegamos a Berlanga tarde y la alegría ya era multitudinaria», rememora.
Castilla y León
Navidad Castilla y León. Los castellanos y leones gastan 544 euros en Navidad
redaccion
Para más inri, «creo recordar que había Pleno esa noche». Faltó algún concejal, claro. «Quizás deberíamos haberlo suspendido», valora 16 años después, «pero era el último del año e iban cosas importantes. Al terminar fue cuando me puse en la tesitura. Desde la posición de alcalde también sabes que hay vecinos con más necesidad y a algunos les había tocado». Álvaro López Molina defiende que «la alegría, cuando es compartida, es más alegría».
La suya, aquel 22 de diciembre de 2006, tuvo que esperar. «Conozco más casos de gente que no sabía que lo tenía y lo tenía, y al revés. Son momentos de bastante emoción en los que no puedes ni pensar con claridad».
Al año siguiente «fuimos a Madrid de cena y compramos un décimo en el Doblón de Oro, en la Puerta del Sol». La idea era adquirirlo en Doña Manolita, pero las colas le echaron para atrás. Bendito problema esa «casualidad de acabar dando un paseo por el centro». En aquella ocasión el décimo fue compartido con «varios amigos de Berlanga» y de nuevo tuvo buena mano. «Conozco a otro vecino de aquí al que también le pasó, fue de viaje a Madrid y compró el mismo». La afición a la Lotería de Navidad de los sorianos también se la llevan de viaje.
López Molina reconoce que «la mayor parte de las veces no resultas agraciado, esa es la realidad» . Sin embargo, «tras la primera vez dices ‘esto toca’». No obstante, sigue siendo plenamente consciente de que las probabilidades son escasas.
La pregunta del millón, o de los millones: ¿Sigue jugando? «Sí. Siempre, aunque vas bajando. Antes no era muy lotero, incluso cuando me tocó el tercero no llevaba mucha lotería. Luego un poco más y ahora he bajado, aunque siempre llevas de algún sitio». Siendo soriano, es lo que toca. En muchos sentidos.