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CRISIS DEL CORONAVIRUS

Compañeros del italiano: «No me parece bien que viniendo de Italia se moviese exponiéndonos a todos»

El estudiante llegado de Italia infectado por coronavirus, que permanece estable, pidió disculpas por «el jaleo» a través del whatsapp de la residencia de estudiantes

T. SANZ

Publicado por
TERESA SANZ | SEGOVIA
Valladolid

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«Me paso el día con la mascarilla puesta y tengo miedo. Creo que haré la maleta y me iré de la residencia unos días, hasta que se aclaren los efectos del coronavirus detectado a Eduardo».

Eduardo es el nombre del joven italiano, estudiante del IE University que, en la tarde del miércoles hizo saltar la alarma al tratarse del primer caso en Castilla y León.

«Somos muchos en la Residencia y quién más y quien menos hemos estado con él desde que llegó de Italia», dice una alumna belga de 18 años.

Natalia e Isabel, dos compañeras del joven que permanece estable en la quinta planta del hospital general, explicaban ayer que la mejor amiga del joven italiano, que fue la persona que le acompañó al Hospital General «ha dado negativo» en el coronavirus, haciendo así un llamamiento a la calma.Las estudiantes aseguraron que mantienen contacto con el joven milanés a través del grupo de Whatsapp de la Residencia y relataron cómo les ha transmitido que se encuentra bien, además de pedirles perdón por «todo el jaleo» que se ha organizado a raíz de su contagio del covid-19.

Otra estudiante de primer año, Victoria, acababa de conocer que el primer caso de coronavirus contraído por su compañero de residencia ha obligado a Sanidad a vigilar a un total de 250 personas del mismo entorno del joven italiano.

«Hay gente que tiene mucho miedo y gente que es más tranquila y controla mejor el pánico. Como verás, nos movemos entre el miedo y la calma o entre la calma y la paranoia», decía.

«No me parece bien que sabiendo que venía de Italia donde se conocían tantos casos de contagio, este compañero se haya movido como si nada ocurriera, exponiéndonos a todos», señalaba una alumna colombiana que arrastraba su maleta rumbo hacía Madrid. «El fin de semana me quito de en medio y luego ya veré qué hago».

«Él está controlado en el hospital y sé que ha pedido perdón porque se siente un poco culpable», contaba aludiendo a las disculpas que el joven italiano habría expresado en su grupo de whatssap.

«Yo, no sé qué voy a hacer: estoy dudando y supongo que dependerá de lo que hagan mis amigos», decía otra estudiante francesa.

«Hay gente que ha cogido sus cosas y se ha marchado temporalmente y gente que no piensa irse. Otros, andamos pendientes de lo que digan en casa», señalaba una joven española que asegura que entre los padres «existe gran preocupación».

«!Es la primera vez que oigo a mi madre decir que me olvide de los estudios!», comentaba con cierta ironía otra estudiante veinteañera.

La Residencia Factory Hall, situada en el Barrio de San Lorenzo, cerca del campus de Santa Cruz la Real, dispone de 140 habitaciones individuales, de las que estaban ocupadas 115 en el momento de conocerse el contagio.

Ayer por la tarde, tres estudiantes que habían mantenido «contacto prolongado» con el joven italiano contagiado por el Covid-19, permanecían sin salir de sus cuartos: «Seguimos recomendaciones y les subimos la comida, el agua y lo que necesiten, pero de momento es mejor que no salgan de las habitaciones».

Así lo señaló a El Mundo el gerente del alojamiento, Francisco Pérez, que no pudo precisar cuántos de los estudiantes han hecho las maletas, pero sí concretó que en el caso de estos tres residentes «por prevención», «no se mueven libremente» por las instalaciones del número 17 de la calle Vargas.

DESBANDADA

«Se han ido varios estudiantes, pero no sabemos qué número de días ni a donde. Puede que se hayan ido a casa de algún amigo momentáneamente o puede que tarden más en volver. Hay algunos que sí han dicho que se iban por un tiempo», señalaba en declaraciones a este periódico.

Francisco Pérez atendía en la recepción subrayando la «relativa normalidad» en su trabajo. «Seguimos adelante con nuestras obligaciones. Hay un solo caso, ingresado en el hospital; Todo está bajo control. Seguimos las indicaciones de Sanidad», insistía.

«Aquí el que más peligro puede correr soy yo, que soy el más viejo», bromeaba.

A su lado, la recepcionista, Nieves Jorge, no dejaba de responder las llamadas de la central telefónica y, al igual que el gerente, se movía sin mascarilla.

«No creo que sirva de mucho, la verdad», decía. «Sí hay cierta inquietud entre algunos estudiantes, pero otros ¡ya ves qué tranquilos se muestran!».

Nieves señalaba así a los alumnos que se movían entre habitaciones sin ninguna precaución visible.

«Lo que hay es mucha exageración aquí, dentro, y ahí, fuera,», respondía un alumno que afirmaba no creer en el poder de la mascarilla «ni en lo que dicen algunos medios de comunicación».

En el comedor, a las 15, 30 horas solo permanecían sentadas, de charla, dos estudiantes. «Está más vacío de lo habitual pero aquí solo se dan desayunos y cenas. Hoy parece que la gente come en sus habitaciones o por ahí», señalaba el gerente.

El trasiego de estudiantes que abandonaban la residencia y los que entraban a sus habitaciones se confundía en la tarde de ayer, mientras los repartidores de comida no dejaban de llegar en sus motos.

«Suelo traer comida y ya sé que puedo entregarla por la ventana, sin necesidad de acceder al interior de la residencia», explicaba uno de ellos, sin admitir que la entrega por la ventana del primer piso pudiera deberse al miedo al contagio.

Quienes sí reconocían que la situación es «tensa», «de inquieta calma» y «nervios» era un grupo de chicas que accedía al edificio residencial con los rostros cubiertos por amplias mascarillas.

Algunas de ellas aseguraban que las tenían desde hace días, enviadas por sus padres: «eran por si…pero ahora no nos las podemos quitar». Otras reconocían haberlas comprado por Internet hace solo dos días.

Carol, estudiante de 19 años señalaba a este periódico que en la residencia y en la Universidad les habían sugerido «no hablar con los medios para evitar exageraciones». «Algunos tenemos miedo y exageramos las medidas del protocolo», señalaba.

Dos veces al día han de tomarse la temperatura y vigilar los síntomas. «Te vuelves algo paranoico y piensas que puedes haberlo cogido. Es como cuando hablan de algo que pica y te empieza a picar a ti también» , relataba.

Frente al número 17 donde se ubica la Residencia, saliendo del garaje de un edificio de vecinos, una mujer llevaba a su padre a revisión al Hospital. «¿Retiráis el coche, tengo que ir al hospital?», pedía a una unidad móvil de la prensa.

«Es mejor que mi padre no vea que los chicos de ahí en frente van con mascarilla o pensará que él se lo va a pillar. Se ha desatado el miedo al virus y sí, te preocupas cuando sabes que el primer caso ha salido de ahí», decía señalando la residencia afectada.

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Por el momento no se conocen nuevos casos de coronavirus en Castilla y León, a pesar de que se han realizado análisis a pacientes potenciales. No obstante, el miedo comienza a extenderse entre la gente, como han demostrado estos jóvenes. No obstante, hay quien todavía mantiene la cabeza fría y prefiere continuar haciendo vida normal, al menos dentro de lo posible.