Fotografías para preservar la memoria de un barrio salmantino
La asociación de vecinos del barrio del Oeste de Salamanca trabaja en la recopilación de diapositivas ochenteras para guardar los recuerdos y la historia de sus calles
Entre paredes que emanan arte y rincones cuidados al detalle, el barrio del Oeste de Salamanca se ha convertido en un referente turístico más de la ciudad. Una galería de murales al aire libre, un lugar donde apuestan por lo local, y por cuidar las calles que han visto crecer a cientos de personas que, décadas después, consiguen mantener encendida la llama para trabajar por su vecindario, informa Ical.
Espacio vibrante, que desprende cultura de sus muros, puertas de garajes o trapas de negocios. Pero en el que, también, el evite por lo colectivo, la asociación vecinal y el cuidado de sus negocios son señas de identidad. El Oeste ha conseguido llevar al terreno la perfecta definición de “hacer barrio” en la ciudad del Tormes. De una colaboración desinteresada, en pro de un vecindario, que empezó hace casi cinco décadas atrás.
En 1977, la Asociación ZOES comenzó a trabajar por el futuro del barrio. Muy distinto al de ahora, cuando en su plaza central no contaba con su característica fuente, y en el que los mensajes de las pintadas que adornaban sus muros lanzaban un grito anti OTAN. Un barrio que creó los domingos de rastro de Salamanca, y que luchó por intentar retenerlo antes de su cambio de ubicación a su actual zona, la de La Aldehuela.
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Este espíritu, que aún continúa vivo entre sus gentes, también es memoria. Un recuerdo guardado en imágenes, muchas de ellas perdidas, pero por las que ahora trabajan para que puedan volver a ver la luz. Desde ZOES han comenzado a realizar la ardua tarea de recopilar las diapositivas de los pocos vecinos que entonces tenían una cámara de fotos y que recogen momentos esenciales en la historia del barrio. Pero, también, que reflejan a quienes lo hicieron posible, a amistades y caras familiares con las que se siguen encontrando por los bares y comercios, aunque con alguna arruga más, o, incluso, en la que llegan a reconocerse a uno mismo.
Es el caso de Felipe Piñuela, el fotógrafo y vecino del barrio encargado de llevar a cabo esta labor de recopilación y selección entre muchos cientos de diapositivas. Un trabajo destinado a recopilar los recuerdos y la memoria colectiva de los vecinos con los que creció y quienes le vieron crecer. “El problema es que en esta época casi nadie tenía una cámara de fotos”, recuerda en una conversación con Ical, en la que explicaba que en aquellos años “había mucho movimiento en el barrio, reivindicativo y cultural”. Salidas, excursiones cerca de la capital, fiestas de primavera y otoño o carrozas para el concurso municipal que, recuerda, “siempre ganábamos”.
Con la vista puesta sacar del abandono los documentos gráficos de los pocos que podían capturarlos, el fotógrafo comenzó hace varios meses a rescatar este legado en el que poseen imágenes desde 1981 y llega hasta pasados los años 90. Entre ellas, ha conseguido rescatar “tesoros” como el recuerdo de unos jóvenes “empotrando” un Seat 600 entre ladrillos, un mural perteneciente al primer concurso de Pintadas por la Paz que han convenido incluir como la que hubiera sido la primera edición de su Galería Urbana, o el retrato de jóvenes con peinados en cresta tras policías antidisturbios en las protestas por intentar que el rastro se quedara en el barrio.
Reconocer rostros y lugares
Desde ZOES trabajan con un amplio catálogo de diapositivas pertenecientes a la asociación, además otras que les están recogiendo de la mano de los vecinos del barrio. Con ellas, Piñuela se encuentra realizando una selección en la que ya ha revisado más de una década procurando rescatar las mejores. Tras la revisión, el encargado de impartir clases de fotografía en la Asociación, Javier Calvo, llevó a cabo su escaneado, para así poder comenzar con su edición.
“Hay algunas que son muy oscuras, otras que son muy claras, u otras que con el tiempo se han puesto azules. Y además, no hay forma de editarlas mucho, ya que la diapositiva no es como un negativo, es una fotografía terminada”, explica el fotógrafo. Además, lamenta la sobre edición a la que ha tenido que someter algunas de ellas, al haberlas tenido que “destrozar” fotográficamente hablando, primando el reconocimiento de las personas a la calidad de la fotografía.
Con la vista puesta en que, cuando el trabajo finalice, el archivo sea accesible para los vecinos, han llevado a cabo una catalogación exhaustiva de cada una de las imágenes, de tal manera que en sus títulos está reflejado el nombre de las personas que aparecen, las calles, el evento, y los negocios que se pueden observar en la imagen. Un trabajo arduo, pero que, según detalla Piñuela, no está siendo complicado debido a la relación entre vecinos, donde se ayudan entre unos y otros para reconocer quiénes eran los protagonistas de las fotografías.
Así, con el fin de preservar la memoria colectiva del barrio, desde ZOES pretenden donar todo el archivo, una vez catalogado, a la Filmoteca de Castilla y León, para que custodien sus recuerdos y los abran a todos aquellos que quieran rememorarlos. Pero antes, desde el perfil de Facebook de la asociación, cada jueves publican una nueva imagen que recoge miles de reacciones en esta red social, llegando así también a aquellos que ya no viven en el barrio pero que formaron parte de él.
Por y para sus gentes, planean en las fiestas de septiembre, realizar una proyección para que los nostálgicos puedan rememorar la historia, y quienes no la vivieron, puedan aprender de ella. Del espíritu que un día nació en el Oeste de Salamanca, y que ahora perdura, apostando por lo suyo, sus comercios, su cultura y su vecinos, y continuar realizando lo que más les caracteriza: hacer barrio.