Una ‘supernanny’ de Palencia para Kate Middleton
María Teresa Turrión cuida desde 2014 de los hijos de los duques de Cambridge tras formarse como cuidadora en la Universidad Norland College, el ‘Harvard de las niñeras’
Entre nombres y apellidos anglosajones, uno de los más sonados durante este año corresponde al de Kate Middleton, princesa de Gales, cuya ausencia en la vida pública y compromisos oficiales generó todo tipo de teorías de conspiración. Cada una de ellas quedaron silenciadas cuando reapareció a través de un video en el que explicaba que, tras una cirugía abdominal, le habían detectado un cáncer y estaba recibiendo un tratamiento de quimioterapia. Un duro golpe que recibió Reino Unido y, especialmente, sus tres hijos, Charlotte, Louis y George, a quienes Kate Middleton reconoció que le costó tiempo contarles la noticia. Aliviar ese proceso no habría sido posible sin el apoyo del príncipe Guillermo y de sus seres queridos, pero también el de la persona que más conoce a sus niños y quien está más cerca de ellos: María Teresa Turrión Borrallo, una palentina que es desde 2014 la niñera oficial de los duques de Cambridge.
Nacida en Palencia hace 53 años, hija de un conocido ingeniero de carreteras y de una profesora de inglés, María Teresa Turrión Borrallo apuntaba a monja tras estudiar en el Santo Domingo de Guzmán y posteriormente en el Blanca de Castilla. Pero al conseguir la licenciatura en Pedagogía, emprendió el salto a Inglaterra hace dos décadas para formarse en la Universidad Norland College, una institución que lleva 130 años educando a las niñeras más caras del mercado. Allí aprendió durante tres años habilidades tan tradicionales como cocinar, coser, salud y alimentación infantil, hasta algunas más modernas ligadas a la conducción, especialmente para evitar paparazzis, cómo actuar en caso de ataque terrorista, o artes marciales para la defensa personal. Todo un abanico de cualidades extraordinarias por las que se ‘rifan’ los hogares más acomodados del país, incluido el de la Familia Real británica.
Su buena formación en Norland, la dilatada experiencia en Reino Unido con otras familias aristocráticas y el origen español llevó a María Teresa a ser recomendada por un amigo íntimo y elegida por la abuela materna de Kate Middleton, quien encontró en María Teresa la mejor figura para dar servicio en el Palacio de Kensington, coincidiendo prácticamente con el nacimiento del primero de sus tres hijos, George, y suceder en el cargo a Jessie Webb, de 71 años, que cuidó al propio Guillermo cuando era pequeño.
Este hito no pasó desapercibido en el centro Santo Domingo de Guzmán, donde un círculo rojo rodea su rostro en blanco y negro que aparece en una de las múltiples orlas impregnadas en las paredes del edificio. Sin embargo, el nombre de María Teresa no acaecía tanta historia como sucede en estos últimos tiempos. O, al menos, así la recordaba la directora sor Aurora en unas palabras a El Mundo. «Es complicado encontrar información sobre ella porque no había ordenadores entonces, pero sí que estudió aquí», recordaba hace ya una década.
Aunque siempre tuvo clara su vocación, la de ser niñera, su devoción por la Iglesia provocó que entre su círculo se pensase que pudiese ‘coquetear’ con ser monja. Razones no faltaban, desde formar parte de un ambiente de marcado cariz religioso por su educación religiosa y por que uno de sus tres hermanos, Luis, emprendía el camino para ser diácono, y por su modus vivendi, ya que iba a misa casi a diario y no tenía ninguna relación sentimental.
No recaló en ningún convento y lo hizo en el Palacio de Kensington, donde un ambiente de fe y de paz también parece destacar. Allí María Teresa no tardó en ser una más entre príncipes y reyes, asistiendo al exclusivo bautizo de George, donde se comprobó que mantuvo algún contacto con la difunta reina Isabel II, y acompañando a los duques Guillermo y Kate con su bebé en un viaje a Australia y Nueva Zelanda, el primer oficial del pequeño George.
Con una indumentaria propia de Mary Poppins, aunque sin ningún paraguas volador y sin entonar «supercalifragilisticoespialidoso», rápidamente se ganó la confianza de los príncipes de Gales mientras su identidad ya era conocida por las esferas inglesas al ser fotografiada de la mano de George pese a su notable discreción. Al paso tuvo que salir el Palacio de Kensington, que comunicó el fichaje de María Teresa como si una estrella desembarcase en un club inglés: “María es una niñera a tiempo completo que comenzó a trabajar con nosotros recientemente y que acompañará al duque, la duquesa y el príncipe Jorge a Nueva Zelanda y Australia. No vamos a dar más detalles sobre ella o su trabajo excepto que los duques están encantados de que haya aceptado trabajar para ellos”.
Las imágenes, como una construcción más o menos fidedigna de su vida, reflejan que María Teresa vive por y para el trabajo, sin estar casada ni tener novio. Y llevar una década con la absoluta confianza de los duques de Cambridge es muestra de su compromiso, encargándose a tiempo completo no solo del cuidado de George, sino también de Charlotte, de ocho años, y Louis, de cinco.
Los tres lucieron en una fotografía junto a Kate Middleton que ella mismo subió a redes sociales el 10 de marzo con motivo del Día de la Madre mientras medio mundo suspiraba sobre su ausencia en la vida pública. Una publicación que resultó ser fake al haber sido manipulada por la princesa de Gales. Desde entonces, su paradero fue una absoluta incógnita hasta que el día 22 del mismo mes apareció en un video publicado por la Casa Real británica donde anunció que padece cáncer y está sometiéndose a quimioterapia.
«Esto ha sido un shock tremendo, y William y yo hemos estado haciendo todo lo que hemos podido para procesar y gestionar esto en privado por el bien de nuestra joven familia», comunicó Kate, quien seguro habrá encontrado en la palentina María Teresa un apoyo fundamental para este duro revés y más teniendo en cuenta el reposo que necesita la duquesa de Cambridge. Bajo su responsabilidad se encuentra que el futuro rey de Inglaterra, George, ocupe el trono con el mejor porte posible.