Diario de Castilla y León

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AHÍ VA LA CRÓNICA social de la boda de Intur con AR-PA. Boda en toda regla. Enlace civil, por supuesto. Se celebró en el bullicioso recinto ferial de Valladolid, concatedral del turismo de interior y termómetro económico en toda su agenda. Este año la Junta, que somos todos, dio el visto bueno al enlace. Se veía venir. Saltó la chispa de tanto amor a lo propio. “Ese matrimonio funcionará”, dicen todos. Es la primera boda civil, culta y divertida que se celebra en lo que viene a ser, salvando distancias y metrajes, nuestra Ifema, Fira, y así. Se llama AR-PA y es la novia. Madura, culta, lista y trabajadora. Y muy actual e innovadora. Lo más. AR-PA viene de familia de empresarios y cultos y sesudos profesores, historiadores, arqueólogos, músicos, constructores del ladrillo, del tapial y de la piedra seca. Con una característica: les mueve a todos, sin excepción, el negocio, la rentabilidad y luchar por que las cosas no se apaguen ni se derrumben. Ellos reconstruyen y reactivan, no ocultan que se trata de obtener beneficio y advierten de que su gestión hay que pagarla. AR-PA suena muy bien desde que nació, cuando empezamos a tocar sus cuerdas en el patrimonio cultural. El novio se llama Intur y parece que no pasan los años por él. Fui testigo de su nacimiento. Tiene buen color de cara y sobre la moqueta está algo más menguado, pero jovial. Adolece de una inyección de autoestima. Es una de la familias más ricas y simpáticas de la región, la del Turismo. Una gigantesca tela de araña cuyas raíces y tentáculos (por arriba y por abajo) se extienden por todo el territorio. El arcano de nueve provincias, El Bierzo, sesenta comarcas (o más) perfectamente definidas y sus lindes. Me atrevo a dibujar ese mapa fronterizo y rayano en el que compartimos treinta kilómetros, más o menos, con nueve regiones españolas. Somos el centro espiritual del mapa autonómico. Y sin explotarlo. La vice, Mar Sancho, por parte de las dos familias, se ha paseado airosa por la alfombra ferial y ha dado públicamente su bendición a los novios. Muchos invitados, contactos y congresistas, incluso del extranjero. Las estadísticas, halagüeñas, como siempre. Pero nadie se ha dado cuenta en esta boda de que, cuando se dijo eso de “¿Alguien tiene algo que decir?”, en uno de los pasillos del recinto un grupo de montañeros, geógrafos, ambientalistas, agentes de desarrollo local y asociaciones rurales levantaron la mano y pidieron un tripartito para la próxima edición. El turismo de interior va bien y el menú no ha estado mal, pero esta es otra comanda que debiera tomarse solo en Alimentaria, la pobre viuda, olvidada, de la feria regional. Vivan los novios. Para la próxima, un trío con los de los árboles, los ríos y las avutardas. Cuestión de organizarse.

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