Diario de Castilla y León

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Terrible comprobación. Y qué dejadez, indolencia, desidia, y negligencia. Dicho con la palabra más descriptiva del diccionario, señoras y señores: ¡Qué clase de pachorra! No ha habido cargo del ejecutivo de Pedro Sánchez, con responsabilidad directa e inexcusable, que estuviera en España de cuerpo presente en los momentos previos, y en los inmediatos cruciales, a la dana de Valencia. Ahí estuvo Marlaska, en nombre de todos mariposeando, para hacerse la foto con el suavón de Mazón: la del abrazo del barranco entre dos machotes tontainas y sin protección. Tal para cual.

Lo que nunca pude imaginar –olvidando que de esta agua no beberé y que este cura no pueda ser mi padre– es a mi querida y admirada Virginia Barcones –ex delegada del Gobierno en Castilla y León, soriana de extrema observancia– marcándose un Pedro Sánchez por todo lo alto. Sí, que haya desertado del puesto de servicio como Directora General de Protección Civil y Emergencias en el justo momento en el que la catástrofe era un hecho previsible.

Que no, hija, que has dilapidado tu apellido y trayectoria. A las 12:10 horas del martes 29 te embarcaste con destino a Brasil ignorando los datos que tenías sobre la mesa. ¡Qué escarnio! Fuiste a perorar sobre «sistemas de alerta temprana» y de chorradas varias como de «infraestructura resiliente», y sobre «esfuerzos de recuperación, rehabilitación y reconstrucción sin dejar a nadie atrás». Regresaste a Madrid el jueves 31, a las 13.35, ya con los muertos de la riada en desbandada y con la trola del ausente: que en todo momento estuviste «en contacto con España». Si tienes estoques y conjunciones, dimite, vuélvete a Berlanga, y haz penitencia sin despiporres en la ermita de San Baudelio por tiempo indefinido.

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