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El gobierno bolivariano ya va desatado. Lo digo porque las danas climáticas, como la de Valencia, nunca vienen solas. Son un agente de desgracias acumuladas y en cadena. Las danas que provoca el tirano Sánchez -se propuso «asaltar el cielo» con Pablo Iglesias-, son exactamente igual. Piensa que para los desgraciados se hizo la horca, que no para él. Impune hasta la náusea, y corrupto hasta la degradación de una pastilla con fecha de caducidad, actúa como si en el monte todo fuera orégano, jodienda, y latrocinio con lavanda.

Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, ha decretado en estos días -plagados de desgracias, de angustia social y de penurias sin retorno-, la dana sanitaria porque nos la merecemos, porque le sale de los cataplines, y porque si le hemos tolerado la primera desgracia como ciudadanos libres como el ser iguales ante la ley, lo que ahora propone es una perogrullada virginal para ver qué coños pasa: la asfixia y muerte súbita de Muface, la mutualidad sanitaria de los funcionarios públicos desde el franquismo residual hasta la vigencia del Estado constitucional en descomposición galopante.

Pues mire, señor presidente, este servidor lleva 55 años -desde 1969 hasta el día de hoy e ininterrumpidamente- pagando religiosamente su Mutualidad y de prestaciones sanitarias. Digo que usted no es quién para robarme los derechos sociales que, como contribuyente, me asisten, y dentro de una entidad ejemplar como Muface que respeta la elección de médicos, la libertad del sistema sanitario, el copago farmacéutico, y el derecho que tengo a morirme con quién y cómo me dé la fachosfera gana, y no con quien usted, caprichosa y totalitariamente, decida mandarme al otro barrio. ¡Váyase al carajo, tirano de estercoleros!