Cerrar

Fachada de la Consejería de SanidadE.M.

Creado:

Actualizado:

VUELVEN A LA Consejería de Sanidad los fantasmas, no de las Navidades pasadas, pero sí de la coalición pretérita. Coalición insalubre. Aquella etapa tóxica de nuestra historia reciente en la que el fascismo imperaba a sus anchas y el veto se recetaba como paracetamol contra los medios y periodistas que no escribían a gusto y gana de la consejera Verónica Casado, que amaba la libertad de que se dijera lo que ella quería oír, aunque fuera mentira. Es más, si tenía que elegir entre mentira y verdad, siempre se decantó por la primera. Culto al ego. Eran tiempos de vetos a los que Mañueco puso coto en vísperas navideñas de aquel inolvidable diciembre de 2021, y a los artífices de patitas en la calle. No tiene derecho Ayuso a dar plantón a Sánchez en virtud de la lealtad institucional. Pero sí la tenía la Casado para decidir a qué medios y periodistas se atendía con el uso de los recursos públicos. Un chiringuito con palanganera y esbirro incluidos al servicio del ego de la dama. Hay lugares en los que los encargados del departamento de prensa alardean de su asco y odio a los periodistas. En el de Sanidad el sentimiento vuelve a ser unánime. La transparencia según Verónica Casado consistía en contar las mamarrachadas que ella quería contar con el único ánimo de darse lustre. No dudaba, ante cualquier atisbo de periodismo crítico con su desastrosa gestión sanitaria en intentar amputarlo. No sólo no lo consiguió, sino que acabó consumida en su propia bilis. Y para tal cometido contaba con palanganera a sueldo público, que además disfrutaba del ejercicio de la censura, el veto y el desprecio. Lo del veto era afición extrema de los liberales de extrema derecha y toque de queda. Fascistas de bata blanca. Hubo quienes asumieron el veto, tanto en la casa naranja, que acabó con el morro colorado, como en casas ajenas. Los hubo que no aceptaron tanto liberalismo censor, como el PP de Mañueco. Un deja vu al servicio de la mejor y su tutor. Continuará.