Diario de Castilla y León

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Qué cosa esto de la política. Ha bastado el final del verano y la vuelta de sus señorías a calentar los asientos de los escaños del hemiciclo de las Cortes, ese mausoleo que se asienta en la avenida de Salamanca de Valladolid, para darse cuenta que ya nada es como antes, para algunos, concretamente para los de la derecha extrema, con su líder por estos lares, Juan García Gallardo a la cabeza, que han pasado de ser actores principales a meras comparsas, por más que empeñen. Pobres, no se lo tengan en cuenta, están buscando su sitio.

Hasta antes del verano, cuando los calores de julio y de las europeas se le subieron a la cabeza a Santiago Abascal y hacía saltar por los aires el pacto con el PP en la Junta, los de la derecha extrema estaban tan tranquilos y García Gallardo tan a gustito, sentado a la diestra de Alfonso Fernández Mañueco. Bien apoltronados todos ellos. Unos en las Cortes con sus buenas soldadas y, otros, en la Junta, con las suyas.

Entonces, los ataques de la derecha extrema, con Gallardo a la cabeza, iban para los «comegambas» de los sindicatos y para la bancada de la oposición. A Mañueco y al PP, ni le rozaban. Que presentaba un plan antiaborto con todo el boato en una rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno y, poco después, Mañueco le decía que de eso nada de nada, los de la derecha extrema con Gallardo a la cabeza asentían y callaban, más allá de algún pequeño berrinche público por aquello de parecer que parecían y hacer que hacían. Que presentaban juntos PP y VOX esa Ley de Concordia, que se olvidaba de condenar la dictadura del criminal Franco y que no había ni por donde cogerla, pero que después las huestes de Mañueco, con Raúl de la Hoz entonces a la cabeza, dilataban y dilataban casi sine die en el mausoleo de las Cortes, pues tampoco pasaba nada.

Pero, oye, ha sido romper el pacto y empezar a arremeter contra los hasta ahora sus muy mejores amigos y residentes en el colegio de la Asunción en el populoso barrio de Covaresa de la capital vallisoletana. Que si Castilla y León no merece un presidente que miente, que si Mañueco es una marca blanca o el aliexpress de Juan Vicente Herrera, que si la abuela fuma y el abuelo bebe... No se dejen engañar, todo pasa por la pérdida de la poltrona, que el dios todopoderoso de la derecha extrema, léase Santiago Abascal, les obligaba a dejar. Y en eso, los Gallardo y compañía son iguales que el resto, que rabian por el poder perdido, aunque a Gallardo esa pérdida le suponga más dinerito para su bolsillo a costa de otro compañero, que ahora ya casi ni habla. Para qué, pensará. Pues eso, para nada.

Así que señoras y señores sean ustedes bienvenidos a la segunda temporada de la serie ‘La pérdida de la poltrona’, de ‘derecha extrema productions’. Siguiente capítulo, en quince días en el mausoleo de las Cortes.

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