La estrategia electoral pone en riesgo los presupuestos de Castilla y León
La política es cuestión de tiempos y teatralizaciones. La regional no iba a ser menos. El presidente de la Junta inició ayer la ronda de contactos con la oposición en busca de apoyos para sacar adelante las cuentas 2025. Tiene la misma esperanza en el PSOE de Tudanca que la que tiene Sánchez en el PP de Feijóo. Las cuentas están confeccionadas. Lo estaban cuando VOX abandonó el gobierno contra todo pronóstico a poco más de un año de la convocatoria de las próximas elecciones autonómicas. Y lo estaban incluyendo las cifras y letras aportadas por las carteras que regían los de Abascal en Castilla y León (Agricultura, Industria, Empleo y Comercio, y Cultura y Turismo), que no era poco negociado. Pero, en cualquier caso, puede abandonar Mañueco toda esperanza de contar con el apoyo de VOX a sus presupuestos. Si no es la inmigración, asunto sobre el que no tienen competencias las comunidades autónomas, aunque participen en la gestión y las soluciones, otra será la excusa. Sería el colmo del absurdo político que VOX hubiera dejado el gobierno, que es lo que le da más visibilidad a un partido, y le aprobara los presupuestos al PP a un año de las elecciones. El silogismo es sencillo y sólo requiere sentido común. Y de sentido común e interpretación de la realidad política Mañueco siempre ha andado sobrado. Por eso ya sabe a qué atenerse. Como Mañueco sabe a qué atenerse con el PSOE de Tudanca, que es lo mismo que le ocurre a Sánchez con el PP de Feijóo. Por tanto, hay un presupuesto, unas cuentas para Castilla y León para 2025, pero casi con toda seguridad no verá la luz porque ahora manda la política y la estrategia electoral más que el interés de los ciudadanos. Si mandara lo segundo, unos y otros se dejarían la piel para que Castilla y León cuente con presupuestos. Tampoco es que sea un asunto de vital importancia prorrogar los actuales, que son los más expansivos, grandes y sociales de toda la historia de Castilla y León. Y con eso remar hasta la próxima orilla electoral, que está a un año en el horizonte.
Y la mejor prueba de que esto es lo que va a ocurrir es que los grupos de la oposición no han concretado y detallado cuáles serían sus condicionantes, pero no de forma teórica, sino negro sobre blanco, para apoyar unos presupuestos elaborados por PP y VOX, aunque ahora sean sólo responsabilidad de los populares. El siguiente paso será presentar las cuentas, y unos y otros llevarse las manos a la cabeza, aludir a lugares comunes ideológicos y justificar así su negativa. Porque en cualquiera de los casos, la competencia de elaborar unos presupuestos es del ejecutivo. A la oposición le corresponde enmendarlos para intentar mejorarlos.