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Es incuestionable que el engaño de la llegada del hombre a la luna solo perseguía demostrar que la tierra, en la que los inmigrantes se dedican a comer perros y gatos, es claramente plana por lo que es más sencillo fumigar a la especie humana con las estelas del humo de los aviones.

El poder de los bulos y noticias ‘fake’ es tan grande que hasta dirigentes de la preparación y talla intelectual de Donald Trump se los creen, los hacen suyos y los utilizan en sus campañas electorales. No se puede dudar de que los perros y los gatos son una de las exquisiteces preferidas de los inmigrantes en general y, en particular, de los que llegan a Norteamérica. Según parece la predilección gastronómica de los inmigrantes son los golden retriever y los pastores alemanes por la jugosidad y la textura de su carne. Ojo con los gurús de la cocina que ya no saben que inventar.

Por estos lares nacionales lo único que se comen nuestros gobernantes son los «marrones» que les imponen los independentistas y que tenemos que digerir todos los españoles. Pese a todo, hay que reconocer que nuestro inexpugnable presidente Sánchez es bueno con las digestiones pesadas y flatulentas. Lo mismo se come los indultos, que la amnistía que la soberanía fiscal. Todo sea por la mayoría social. Y además hay que reconocerle la indudable habilidad para compartir sobremesa y hacernos digerir a todos los españoles, poco a poco y una a una, todas las humillantes exigencias de los separatistas y demás minorías radicales que disfrutan de este atracón gastronómico que algún día nos va a hacer reventar.

Dicen que cuando no eres capaz de vencer a tu enemigo debes unirte a él y algo así deberían empezar a pensar en Génova porque es evidente que, después de habernos hecho comer y digerir tantos marrones, en materia de comunicación, retórica, relato y estrategia Sánchez les da mil vueltas a todos los demás. Igual uniéndose socialistas y populares en ciertos asuntos evitaríamos esta pesadilla de permanentes chantajes y concesiones en contra de la voluntad de la verdadera mayoría.

Menos mal que aquí en Castilla y León contamos con un presidente que en cuestiones de estrategia política no tiene rival. Lo lleva en la sangre y ha crecido entre bambalinas políticas ya desde tiempos de Lucas o Posada en aquellas frías noches al piano del Lion D’or de Valladolid. Al presidente Mañueco lecciones de estrategia política ni media. Se las sabe todas.