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EDITORIAL

Hospital del Bierzo: la desvergüenza sanitaria que no sólo no cesa

ICAL

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LO DEL HOSPITAL del Bierzo es una desvergüenza sanitaria incesante. Y no es sólo es responsabilidad de la Consejería de Sanidad, que en última instancia es el organismo competente para poner fin a tanta infamia como sufren los pacientes. Y aquí es difícil echar balones fuera y sustentarse en las maldades y bondades de la inoperante ministra de Sanidad, la ególatra Mónica García, que usa el cargo para su promoción personal dentro de ese amalgama ruinoso que es Sumar. El sistema requiere una organización. Y el departamento de Sanidad de la Junta dispone de instrumentos normativos para ello. El Hospital del Bierzo no puede ser un contenedor de enfermos atendidos por visitadores médicos, que cubren el expediente ante la constante de vacantes que hay en muchos de sus departamentos. Ahora es oncología, algo que clama al cielo de Castilla, de León, del Bierzo y de la Antártida. Pero otras veces es urología, o urgencias, o digestivo, o trauma. La solución no es la de los visitadores médicos que acuden de otras provincias esporádicamente para socorrer el paciente en parada cardiorrespiratoria, que en este caso es el propio sistema sanitario que sufren los ciudadanos del Bierzo y Laciana. Es posible que la Junta no sea consciente que estos ciudadanos pagan los mismos impuestos que los del resto de territorios de Castilla y León. Ahora ya lo saben, por si no se habían percatado.

Pero todo esto empieza por la más absoluta de las desidias que rige la gerencia hospitalaria y su dirección médica. Que no tienen ni la honestidad que se le presupone a un profesional para dimitir ante tanta incapacidad. Pero contra el vicio de no dimitir está la virtud de cesar. Y la virtud ya está tardando en exceso. Dejar de hacer lo que se debe hacer sólo conduce a agravar más el problema. Sin ir más lejos, ahí está el caso del cese ralentizado del gerente de Salamanca, que provocó que el agujero en las listas de espera sea el más gordo de la comunidad junto con el del Bierzo.

Gestionar un hospital no es sólo comprar mascarillas y despachar pacientes para casa con el ánimo de cumplir las tasas de permanencia que exige la administración. Entre otras cosas, porque eso es absolutamente ruinoso para la salud del paciente y para las arcas de la sanidad que pagamos todos. Y lo hacemos con vocación y convicción de la confianza en el Estado de Bienestar.

El Hospital del Bierzo necesita un giro dramático de los acontecimientos. Porque dramática es su situación. Lo que parecía imposible se ha hecho real, que los enfermos de cáncer se sientan dejados de la mano de dios. Y a un enfermo de cáncer no se le replica ni se le discute. Se le atiende, se le cuida, se le protege.

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