Diario de Castilla y León

Rubén Cacho ICAL

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HACEN BIEN, muy bien, pero que muy bien, el colectivo de la enfermería en plantarse, no contra los médicos, pero sí contra la cacicada colegial del ramo. Valiente la enfermería. A ver si nos explica un día José Luis Díaz Villarig, el jefe del cotarro, pero para que lo entendamos todos, no sólo para que lo asuman sus palanganeros, por qué una enfermera no puede recetar ibuprofeno y paracetamol, es decir, sustancias contra la fiebre, pero sí se los pueden autorrecetar los pacientes y comprarlos con plena libertad en la farmacia, pero sin el descuento que otorga la tarjetea del Sacyl por ser fusilado a impuestos mensualmente de forma inmisericorde para afianzar el Estado de Bienestar. A ver si nos lo explica. Porque el ibuprofeno y el paracetamol está disponible en el mercado libre. Otra cosa es que sólo sea el de 400. Que es otra gran estupidez de la Sanidad nuestra de cada día. Como si dos de 400 no sumaran 800, que es el 33% más de la dosis de 600, que está acotado a receta médica. Señores y señoras de la Sanidad, no es lícito haber estudiado una carrera para semejantes consecuencias, que seguro que les costó mucho esfuerzo a sus padres mandarlos a la universidad. Villarig, un consejo, hay que empezar por lo simple, como predicaba Marco Aurelio. No estaría demás que los presidentes colegiales del reino de taifas que regentas estén en la consulta a su hora, cumpliendo con la jornada laboral. Por ejemplo. Tampoco sabemos qué pinta medio millar de liberados si la falta de personal acucia, sobre todo en verano, a decir del bueno y santo del consejero del ramo, Alejandro Vázquez, que está a punto de superar en paciencia y prudencia a Job de tanto aguantarte, doctor. Si Villarig quiere gobernar la sanidad ya sabe el camino de las urnas. Aunque la última vez que lo intentó, salió a gorrazos del consistorio leonés por usurpador. Una cosa es gobernar y otra trajinar. Con la enfermería has topado, Villarig.

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