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La sanidad española está de capa caída y no lo está precisamente por culpa de los profesionales de la medicina. Está de capa caída porque bucea en un universo sorprendentemente sofisticado y alejado de las verdaderas necesidades del paciente. Bucea desde una realidad que hace poco tiempo lo “vinculaba”, en la cercanía, con su médico de cabecera. Ahora los pacientes hemos de pedir cita anticipada para ser atendidos, durante los siguientes días o semanas, de cualquier tipo de dolencia y, eso implica, que un enfermo no pueda ver a su médico en el momento en que su dolencia precisa la atención. La sanidad en Castilla y León está dejando mucho que desear, porque a los pacientes se nos atiende en semanas o en meses para tratar nuestros males. Y eso, naturalmente, provoca la desazón de los que necesitan ser atendidos con más celeridad y, además, así es como se ocasionan muchas bajas laborales que ni los particulares desean y que a las empresas las sitúa en un brete complicado. Por esa razón la mayoría de los ciudadanos anhelamos y echamos de menos esa sanidad que era tan cercana ¿Cómo puede ser posible que las citas para atender un dolor que va en aumento se estén dando para después de varios meses y cómo ante una situación acuciante no hay nadie capaz de ponerse al frente para dar una solución definitiva?

Todo eso a pesar de que el Consejero de Sanidad haya dicho que los servicios sanitarios se han dado con absoluta normalidad durante la campaña del verano ¿Cómo ha dicho eso sabiendo que no es cierto? Pues todos sabemos que las atenciones médicas sufren un retraso alarmante.

Hay escasez de profesionales y, a pesar de las buenas palabras del consejero, la mala gestión sanitaria en nuestra comunidad autónoma afecta a todos los servicios de la salud y los paganos son seres humanos muy mal atendidos. Sabemos también que contamos con una población dispersa y envejecida, y eso supone que habrá que destinar más medios económicos y humanos para remediar lo que sucede. Pues el problema de accesibilidad es el factor relevante y estrechamente vinculado, porque incumple los compromisos propuestos en la campaña electoral. Y a pesar de que desde la Consejería se haya asegurado que están comprometidos con otras estructuras mucho más funcionales, de momento, los que vivimos en Castilla y León somos los auténticos paganos de la deplorable situación.