TIERRA ADENTRO
A la vuelta del verano
SINTONÍA del Dúo Dinámico. Resisten como unos titanes. Ahí están sonando sin parar. Melodía vintage con acordes para la eternidad: «El final del verano llegó y tú partirás…». Y así. He vuelto y casi todo está como lo dejé. ¿Un pelín mejor? Al menos, ya se puede volver de Cataluña de servir al Rey. Seguimos a la espera de un milagro de la Virgen de Begoña. El Gobierno ahí sigue, con sus salidas y entradas a la espera de la firma. De nuestros presupuestos. Lo de las pateras es el rayo que no cesa. Aquí, en la meseta, no lo apreciamos como los ceutíes, canarios, malagueños y así.
Manda huevos que los ricos, listos y solidarios padres de la OTAN y de la FAO no sean capaces de tomar decisiones para frenar tanto delito de lesa humanidad. En fin, el personal, el común, o sea, nosotros, los que nos consideramos normales sin puntas ácidas, gastamos, reímos y derrochamos a placer. España va bien. Ya veremos cómo pagamos tanta alegría y usufructo de la tarjeta de plástico, monedero que se ha cargado a la peseta, al euro, al dólar y a los talones aquellos que firmábamos de puño y letra. Confieso que nunca entendí su veracidad, cada firma era distinta. Allá ellos. Bendito Bizum, no nos dejes. Ya no vemos la cara del bancario que te recordaba la rojez de tus números y te enrojaban la cara. Sí, aquel que te las hacía pasar putas devolviendo recibos. Y sigue. Aunque no le veas la jeta.
Algunos de estos sufridos y amables bancarios formaban parte de la familia porque eran parte de las penurias. Ahora, en los pueblos quedan unos pocos con la gorra verde de Caja Rural. Bendita modalidad de banco, muy social, del que madre dice siempre que es el que pone los bancos y el columpio y ayuda a la semana cultural y al labrador. Qué haríamos sin bancos sociales. Ni los más vivos anarquistas de la geopolítica contemporánea lo saben. Ya sé que el verano acaba, según el Observatorio Astronómico Nacional, el próximo 22 de septiembre. Así comenzará el otoño y vete tú a saber lo que nos espera. Después de 93 días de vino, risas y rosas de colores.
Casualmente, esa fecha es la de la visita obligada a San Juan de Ortega, que está en Burgos, y a Santa Marta de Tera, que está en Zamora. Aunque mucho me temo que interesa poco este fenómeno astronómico aliado a los capiteles románicos y conducido por un misterioso rayo que, cada año, llega puntual a la cita. Lo disfrutamos unos pocos. Los demás os lo perdéis porque quienes gestionan el turismo cultural de sensaciones de interior ni saben ni contestan. Ahí lo dejo. En torno al 20 de septiembre llegan el rayo y el otoño y vete tú a saber qué más.