Diario de Castilla y León

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La verdad de los dictadores vive en ellos y, además de en ellos, vive en todos los «demócratas de pacotilla» que se empeñan en defenderlos y en justificar lo que hacen sin, ni si quiera, ruborizarse un poco. El caso de Maduro se ha convertido en una pesadilla que late en el Mundo y que afecta de un modo muy grave a los españoles, ya que sabemos que hay muchos compatriotas que defienden las posturas del dictador y que no alzan la voz para denunciar lo que realmente sucede en Venezuela. La dictadura de Maduro está apoyada por todos aquellos políticos que a lo largo de los años han estado cerca de su gobierno para sacar provecho «económico» en la hecatombe promovida por el dictador. Ese dictador que se aferra al poder y que no publica las actas electorales del país fraudulento, un país que alteró los resultados para seguir gobernando, decidiendo y deteniendo a los venezolanos que reclaman justicia y trasparencia. Venezuela se esconde detrás de un poder que ha sido robado a sus propios electores y no acepta, ni siquiera, ninguna de las propuestas que han llegado desde países, también de izquierdas, como Brasil y Colombia. Y ahora resulta que se precipitan los acontecimientos que amparan la dictadura y hasta el Papa Francisco, como siempre, actuando a la deriva, se ha prestado a que el español Álvaro Ortega Martín - Nuncio en Venezuela - presentara credenciales. Lo ha hecho en plena ola de la más terrible represión, incluso solapando la muerte y la detención de cientos de inocentes. El Padre Santo ha estado, de nuevo, tan oportuno, tan acertado y tan convencido de que el propio Jesucristo también sería comunista.

A los depredadores que protegen cualquier tipo de dictadura deberíamos de apartarlos y de hacerles el vacío y no darles alas para que sientan que sus actos nunca son impunes.

Y luego viene lo siguiente… lo que otros políticos furibundos e indómitos manifiestan ante el Mundo cuando las cosas les afectan solo a ellos. Porque muchos de los miembros del «Grupo de Puebla», no solamente protege dictadores, también protege -a pesar de llenárseles la boca hablando de feminismo- a Alberto Fernández -expresidente argentino- ese individuo que ha sido denunciado por su expareja Fabiola Yáñez, que ya ha aportado testigos y pruebas de las palizas y vejaciones que el político de izquierdas le habría propinado. A todo eso le llamo defender lo indefendible. Viva la democracia en Venezuela.

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