EL COMÚN DE LOS MORTALES
Los medios de comunicación
NOTICIAS FALSAS, redes sociales, influencers, instagramers y, por si faltaba algo para hacer indistinguible la realidad de la ficción, llega la inteligencia artificial. En redes sociales ya es prácticamente imposible diferenciar lo que es real de lo que es un montaje, una broma o un bulo. En este contexto el papel de los medios de comunicación más tradicionales no sólo no va a perder peso, sino que, muy al contrario, se convertirán en los próximos años en los únicos garantes de la verdad y de la realidad real, no la virtual.
Las grandes cabeceras nacionales y regionales y los medios audiovisuales convencionales que sean capaces de mantener su profesionalidad y su independencia de las presiones políticas y económicas están llamados a convertirse en el último recurso de la sociedad para conocer la realidad contrastada. Es indudable que nadie está en posesión de la verdad pero el conocimiento objetivo de la realidad y de las noticias que genera la actualidad es la única forma de generar opinión y de crear corrientes de pensamiento libre claves para la evolución de cualquier sociedad.
Hoy día ya es inevitable desconfiar de cualquier noticia, mensaje o vídeo que no provenga de un medio de comunicación reconocible por su prestigio y trayectoria. Mientras que las aplicaciones basadas en inteligencia artificial no se regulen adecuadamente (y no es fácil) resultará imposible fiarnos de cualquier noticia o información que recibamos en nuestro móvil. Ante este panorama no es extraño que el Gobierno Central se preocupe por controlar la información para generar relatos y construir la verdad oficial controlando los medios de comunicación.
La palabra «regeneración» en boca de un político adquiere habitualmente connotaciones demoledoras como ya han demostrado los últimos regeneradores de la política del extinto partido de Ciudadanos. Cuando, además, lo que se pretende regenerar no es sólo la política, sino la democracia en si misma a través de una Ley de regeneración democrática, el panorama es para echarse a temblar. Cuando un político se pone a regenerar debería plantearse, en primer lugar, regenerarse a sí mismo y más si hablamos de nuestro resiliente Presidente del Gobierno. La anunciada Ley regeneradora pretende disfrazar, detrás de inconcretas medidas sobre transparencia y «calidad informativa», un férreo sistema de control gubernamental de los medios de comunicación regado con un paquete de cien millones de euros. Confiemos en la profesionalidad de los medios como salvaguarda de la información veraz y contrastada. Es la última esperanza de los ciudadanos frente a la manipulación política.