Diario de Castilla y León

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La política española está que arde en pleno verano y tanto es así que en vez de tener un agosto tranquilo nos hemos dado un agosto que echa chispas por cada uno de sus poros. Pues la semana pasada ya tuvimos la visita de ese político catalán que se ha empeñado en desafiar mucho más allá de lo que sería razonable. Puigdemont juega duro a ese juego, al que sabe jugar con sus compinches y también con el gobierno que preside Pedro Sánchez. Es el juego de los catalanes «incomprendidos» e intolerantes que ya no sienten apego por la España de la que forman parte, mal que les pese, y por eso desean, a toda costa, quitársela de encima, suprimiendo ese «yugo» que les aprieta la corona republicana y bananera.

Los catalanes, a través de los partidos independentistas, nos tocan las narices al resto de los españoles, porque piensan que son una nación diferente, y que nada tienen que ver con lo que fueron hasta ahora. La Cataluña pujante ha dejado de ser pujante y ahora se mece en un abismo insondable y ridículo que nos trae a mal traer…

El Puigdemont-político huido de la justicia desde 2017 y entrevistado en varias ocasiones con altos representantes del Gobierno para negociar el Gobierno de un Estado que desean segregar. Ha ofrecido un discurso televisado que solamente «pretende» revolver y condicionar la investidura de Salvador Illa, para que los catalanes más catalanistas sean los únicos que tengan algo que decir, pero Illa ya es President de la Generalitat. Las urnas no cuentan para este tipo de catalanes escocidos y asqueados con todo lo que NO sepa a butifarra. Y así, en Barcelona, ha tenido que subir la temperatura que, por cierto, les abrasan.

La aparición de Puigdemont y su desaparición se dieron en un momento crucial de la política española. En un momento en el que solamente se pretendía detener la investidura programada. Pero enfrente tiene a otros catalanes que tal bailan y que pretenden lo mismo utilizando métodos diferentes.

Cataluña, con toda esta caterva, seguirá perdiendo posiciones. Seguirá descendiendo en los ámbitos que había conquistado. Y, mientras tanto, Puigdemont, Artur Mas, los Pujol, Borrás, Rull y otros muchos siguen con su rutina nauseabunda.

Aplico a esta comedia refranes castellanos. «A río revuelto, ganancia de pescadores».

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