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Dicen que el verano sirve para descansar, despejar la mente y resetear. Lo que viene siendo un cargar las pilas para lo que tendrá que venir en septiembre, cuando los días menguan y las noches se alargan y vuelven los políticos a sus quehaceres. Claro que alguno antes tendrá que descubrir cuáles son sus quehaceres porque para ellos el verano viene siendo igual que todo el año, de no ser por las olas de calor.

Y así transcurre un verano y un mes de agosto bajo una calma chicha que, ni siquiera, el ridículo y esperpento del fugado Puigdemont logra alterarse por estos lares castellanos y leoneses, más allá de algún que otro tuit, por aquello de cubrir el expediente y que se vea que preocupa y mucho lo que pasa en Cataluña pese a estar de vacaciones.

Unas vacaciones que parece que más de uno ha debido cogerse en Renfe, a la vista de los continuos retrasos e incidencias que se vienen registrando en los trenes, de un tiempo a esta parte. Ahora dicen que la culpa es de Talgo y sus S-106, esos trenes que parece haber llegado tarde y mal. Claro que, de hacer caso a Renfe y a su exigencia de responsabilidades a Talgo, más valiera que no hubieran llegado nunca. Al ministro Óscar Puente no le queda otra que disculparse ante los usuarios, que bien podrían llamarse sufridores como los de aquel programa de televisión, por las continúas incidencias. Bienvenidas sean esas disculpas, pero no son suficientes. No es culpa suya, pero sí es su responsabilidad exigir a quienes dirigen Renfe que dejen de sestear, abandonen la calma chicha del verano y se pongan a trabajar.

Lo que se precisa, lo que se necesita es que se actúe y se haga ya. De poco vale amenazar a Talgo con exigirle indemnizaciones si ésta no arregla las «graves incidencias» que ya reconoce Renfe en esos nuevos AVLO cuya llegada se anunciaba a bombo y platillo, como no podía ser de otra manera, pero que parece claro que no están a la altura de lo que se esperaba de ellos. Y es que si de algo podía presumir Renfe era de la puntualidad de los AVE, Alvia, Avant. Pues bien, ha sido entrar en escena esos nuevos S-106 y la puntualidad parece haber pasado a mejor vida. A los usuarios, los sufridores de este desaguisado, les da igual quién o quiénes son los responsables. Los ciudadanos, los viajeros lo que quieren son soluciones y, lo que es más importante, que éstas sirvan para evitar que en el futuro vuelvan a producirse nuevas incidencias. Todavía falta un día para que alguien de Renfe dé la cara y explique lo que está pasando. Por no hacer no han tenido ni la gallardía de disculparse, como sí ha hecho el ministro.

Señores de Renfe pónganse a trabajar y salgan de la calma chicha o les va a acabar atrapando la tempestad. Al tiempo.

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