Diario de Castilla y León

Editorial

El pacto fiscal con Esquerra obliga y urge una conferencia de presidentes

Pedro Sánchez y Salvador Illa

Pedro Sánchez y Salvador IllaSERGIO GONZALEZ VALERO

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Los barones socialistas, muchos de ellos sin mando en plazo y poco que pintar, que han salido en tromba a la nueva escaramuza de Emiliano García Page contra el acuerdo de fiscalidad perpetrado por Pedro Sánchez con los independentistas de Esquerra para poder investir a Salvador Illa al frente de la Generalitat no dan muestras de comprender el calado de lo pactado. La fiscalidad, la financiación y la ruptura del equilibrio territorial no es un asunto orgánico. Por tanto no urge un Consejo de Política Federal donde ellos acudan a blanquear su imagen y puedan volver a sus territorios algo menos avergonzados de lo que ya les han dejado. Las cuitas internas de un partido, pertenecen a un partido y su militancia, y no al conjunto de la ciudadanía. Con lo cual ahórrense cortinas de humo con las que buscar coartada con la que luego apechugar. Ya apechugaron con la amnistía por mucho que les incomodara, como fue el caso de Castilla y León. Y apechugarán con esto porque nadie le tose al ególatra Pedro Sánchez mientras esté pertrechado en Moncloa, que ha urdido el asunto, con la ayuda inestimable e imprescindible de José Luis Rodríguez Zapatero, que es el que ha estado en primera línea tejiendo el acuerdo para hacer presidente a Illa, en vísperas de agosto para diluir el asunto lo más posible. Los tiempos estaban más que marcados por Sánchez y los de Esquerra que temen más una repetición electoral que un nublado a la vista del deterioro que sufren cada vez que se asoman a las urnas de un tiempo a esta parte.

Lo que urge es un Conferencia de Presidentes. Lo antes posible. Porque ahí están representados los legítimos representantes de los ciudadanos de las 17 comunidades autónomas. Las favorecidas por las componendas de Sánchez y las no favorecidas. Ahí es donde hay que explicar a los ciudadanos como se va a arbitrar la financiación justa, solidaria y necesaria para que no se rompa España. Porque España no se va a romper por unos cuantos caprichos del independentismo. Ni siquiera por la infame amnistía. Se rompe cuando se genera tal desequilibrio que impedirá afrontar en igualdad de condiciones a todas las comunidades la gestión y el desarrollo del Estado de Bienestar, que es la columna vertebral de nuestro modelo de progreso. El que nos otorga igualdad sin igualitarismos. El que nos concede la posibilidad de que unas zonas, aunque sea con más esfuerzo, puedan escapar del deterioro que ya de por sí originan determinadas sinergias centralistas. A ver si Page exige esa conferencia de presidentes. Le sigue el resto y se dejan de dramatizar cada uno en su casa, mientras obedecen como corderos a Moncloa y Ferraz. Lo demás, pamplinas.

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