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EDITORIAL

Una buena sanidad, pero con deficiencias territoriales infames

Sala de servicio de diagnóstico por la imagenLeticia Pérez ICAL

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LA SANIDAD DE Castilla y León no va mal. Las listas de espera siguen menguando a cada trimestre. Y eso es un alivio, sobre todo para los pacientes que esperan. Es más, la Sanidad va bastante mejor con el consejero Alejandro Vázquez que con su antecesora, más dedicada a su ego y sus barullos que a atender. Y esto, como diría el ministro Óscar Puente de los datos económicos de España, son matemáticas. Ni se debaten ni se discuten. Y es así, a pesar del PSOE de Castilla y León, instalado en la obsesión de que las cosas vayan mal, aunque no vayan mal, a ver si a ellos les va algo mejor electoralmente. Y ese no es el camino. Deberían haberse dado cuenta ya tras 39 años parasitando la oposición, a no ser que ese sea su objetivo permanente.

¿Podría ir mejor la sanidad? Claro, todo es susceptible de mejorar. Y si para ello hay que intensificar los conciertos, que se haga. Porque a los contribuyentes lo que les preocupa es la gestión de su Estado de Bienestar, no entelequias comunistas. A los pacientes lo que les interesa es que les operen cuanto antes y si el sistema público no tiene capacidad para absorber, no hay ningún problema en servirse de la gestión privada para ello. Los parlamentarios nacionales tiene una tarjeta de 3.000 euros al año, pagada por los contribuyentes, para desplazarse en taxi por Madrid. El Congreso no les da un bonobús. Y nadie se queja. Ni socialistas, ni populares, ni de VOX, ni de Junts, ni de Esquerra. Lo público para los demás, pero si yo puedo beneficiarme de lo privado, bendito sea el Estado que me lo proporciona y gratis. La hipocresía se puede camuflar un tiempo, pero al final aflora, como la lavanda en Tiedra, y reluce por todo lo alto.

Pero sí tiene un déficit gravísimo la sanidad de Castilla y León. Los gravísimos desequilibrios. Los hospitales del Bierzo y Salamanca triplican los tiempos de espera de los de Valladolid. Y eso poco tiene que ver con la igualdad entre españoles que le reclama Mañueco a diario a Sánchez a cuenta del independentismo. Los del Bierzo y Salamanca no son independentistas, pero la gestión sanitaria les empuja a ello cada trimestre. Lo del Bierzo, en concreto, es una vergüenza sin paliativos. Seis meses hay que esperar, por no se sabe qué motivo, para que a un paciente le asignen un médico cuando el suyo se jubila. Indecente. Es hora ya de hacer algo y actuar contra estos desequilibrios que ensombrecen una buena sanidad con deficiencias territoriales que resultan infames.