Diario de Castilla y León
Pleno de constitución de la XI Legislatura de las Cortes de Castilla y León.

Pleno de constitución de la XI Legislatura de las Cortes de Castilla y León.Eduardo Margareto ICAL

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SI ERES EL MEJOR lateral derecho de la historia, te has inflado a ganar Champions, vistes la señorial elástica del Real y no hay quien te tosa, no te puedes permitir el lujo de torcer el morro cuando saludas al presidente del país al que has llevado al trono de Europa por cuarta vez. Aunque sea Pedro Sánchez. Simplemente porque corres el riesgo de quedar como aquellos mamarrachos y mamarrachas que negaron el saludo al presidente de la Cortes, Carlos Pollán, que es la elegancia y la cortesía hecha político, en la toma de posesión. El saludo se lo negaron, pero la medalla la trincaron con ahínco. Como los billetes que caen del cielo nacarado del hemiciclo cada 25 de mes. Los billetes no conocen de ideologías, ni de derechas, ni de extremas. Sólo de extremos vagos y haraganes. Y vagas, que en esto no hay disputa de género ni dios que los fundó. Si eres Carvajal y giras el hocico mientras le endosas la mano a Sánchez quedas como Cagancho en Almagro o el tuercebotas de Gareth Southgate cada final de Eurocopa a la que llegas. Te guste o no te guste, Carvajal, Sánchez te representa. Y si la discrepancia es insalvable, repones el medio kilo de billetes que te va a meter la infame Federación de Fútbol que sostienen Pedro Sánchez y sus secuaces, incluido el desaparecido macarra de Rubiales. Le llamarán Rubiales, pero el gachó es pelado como una bola de billar. No dice la verdad ni en el apellido, el gachó. No lo harás como no devolvieron las medallas mientras se embolsan billetes a razón de cien mil al año los que decidieron que Pollán no era digno de su saludo. Pura cortesía, no parlamentaria, de educación, de la que se enseña en casa y se aprende en la familia. Entre Carvajal y estos tipos sólo hay una diferencia. El primero es el mejor del mundo y de la historia en lo suyo. Los segundos son la mediocridad de su propia ruina. Les iguala la grosería. Les distancia media docena de orejonas ¡Vaya calaña!

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