Mucho Mañueco, a VOX gracias

Con el nombramiento de la zamorana Isabel Blanco como vicepresidenta ya han empezado a desatarse las especulaciones, largas me las fías, amigo Sancho. Las especulaciones sucesorias. Nada más lejos de la realidad en la cabeza de Mañueco. Para eso queda mucho. A este paso, otros cinco años, justos los que limitan la presencia del actual presidente al frente de la Junta, siempre y cuando no se cambie la norma. Porque esas limitaciones las impulsó Herrera, espoleado por aquel partido tan inservible como plagado de inútiles que era Ciudadanos. Herrera acumuló 16 años, pero luego acotó a sus sucesores. Esto de las limitaciones es una estupidez de la nueva e inservible política. No hay nada más democrático que dejar a los ciudadanos que limiten los mandatos en las urnas. Como dijo Bono, un tipo espabilado, habría que limitar los mandatos, fundamentalmente de los que pierden. Y no miramos a nadie. A lo que íbamos, Isabel Blanco, es la prudencia y la tranquilidad que quiere proyectar Mañueco en toda la acción del ejecutivo. La misma que ofrece ya Carriedo, el inasequible al desaliento, en la portavocía. Las tres patas del banco del gobierno. Ya demostró en pandemia su capacidad, lidiando por ejemplo con la transparencia de lo que ocurría en las residencias. Su departamento fue el mascarón de proa de aquella impecable transparencia que vino luego. Ella le puso la proa a la peor consejera del mundo, Verónica Casado, proclive a la opacidad sobre lo que ocurría en los hospitales y la Atención Primaria. Esas son las cuentas. Lo demás, cuentos de estafador. Ahora tiene el papel de ser Mañueco, en rubia y zamorana, allá donde no esté Mañueco. Pero también tiene el reto de azuzar al ejecutivo para que deje de ofrecer la misma rueda de prensa de viviendas para jóvenes en el mundo rural que lleva dando cinco años o la monserga de la brecha digital. Isabel I de Mañueco. Y lo demás, cuentos especulativos. Queda mucho Mañueco, a VOX gracias