Diario de Castilla y León
EUROPA PRESS/CLAUDIA ALBA

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VOX decidió inmolarse sin medir las consecuencias. Fruto de la arrogancia de adoptar decisiones desde Madrid y desde el desconocimiento de los territorios y las singularidades. Ya lo adelantamos en este periódico estos días. La ruptura abrupta de la coalición de gobierno con la excusa de la acogida de 21 niños inmigrantes causaría erosión. Una erosión que no ha hecho más que empezar. De los cuatro miembros del gobierno, tres, los tres consejeros, desobedecieron las órdenes de Madrid y no dimitieron. Uno de ellos, un símbolo nacional de VOX en su batalla contra los sindicatos de clase, Mariano Veganzones, además hizo todo lo posible para que Mañueco lo mantuviera. Eso pese a ser coordinador de VOX en Valladolid, donde más fuerza electoral tiene el partido. Hasta el extremo que se dio de baja del partido con la aspiración insólita de seguir en el gobierno. Sólo sigue Santonja, porque no es militante de VOX y además tiene buena sintonía con Mañueco desde hace mucho tiempo. El único que dimitió, y de mala gana, fue el vicepresidente Juan García-Gallardo, miembro de la dirección nacional. Habrá más altos cargos que continúen en el partido. Y también asesores. Entre otras cosas a petición de algún dirigente de VOX. La imagen que se ha trasladado es que la gente es de quita y pon en función de los caprichos o las batallas de estrategia nacional. Un mensaje demoledor que va a calar en los cargos públicos, en la militancia y en el electorado. Porque así es Castilla y León, una tierra donde la gente interpreta, primero, desde un sentido humano las cuestiones, no desde el tacticismo que bulle en Bambú o en cualquier otro núcleo orgánico de poder.

¿Y todo para qué? ¿Para combatir al PP? No lo parece. A Mañueco se le ha despejado el escenario y se le da la posibilidad que hasta ahora no ha tenido y que ansiaba, gobernar en solitario y demostrar que puede llevar a Castilla y León por la senda del crecimiento económico y laboral por la que ya transita. Y todo mientras VOX ha decidido inmolarse, sometiéndose al reducto de las Cortes que carece de todo interés ciudadano, perdiendo proyección y posibilidad de lucir los logros de dos años y medio de gobierno. El partido ha empezado a saltar por los aires con la rebeldía de los tres consejeros. Pero no acabará aquí el asunto. Quien ha diseñado esta estrategia le importa muy poco VOX en Castilla y León, pero todavía le importa menos Castilla y León. Estas tempestades traerán vientos de ruina electoral en la formación de Abascal en Castilla y León.

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