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Editorial

La realidad de la sanidad de Castilla y León, no la realidad de la estadística

El consejero de Sanidad, Alejandro Vázquez, informa a las Cortes sobre el grado de cumplimiento de los objetivos de su departamento para la legislatura.Miriam Chacón

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Que no llega el apocalipsis profetizado por los de ‘todo mal’ a la sanidad de Castilla y León es una realidad incuestionable. Por ejemplo, viendo que el equipo que dirige Alejandro Vázquez consigue reducir cada trimestre las desbocadas listas de espera quirúrgica hasta no hace tanto tiempo. Lo dicen los datos, pero también las comparativas con otras comunidades, donde los mismos datos sí están desbocados. Y no es el caso de la estigmatizada Madrid, donde en ese aspecto la sanidad va como un tiro. Pero sí por ejemplo, Andalucía, donde el desastre se masca en cada ránking. Se reducen los pacientes, pero sobre todo los tiempos que es lo que preocupa a un paciente. No el número de personas que espera con él o ella una intervención, sino los días que le quedan para que llegue la diagnosticada intervención.

Pero la complacencia y la estadística no debe ser un elemento de consuelo ni de vanidad para el responsable de la sanidad de Castilla y León. Porque las medias estadísticas esconden asuntos de gravedad que hay que atacar. Lo veremos cuando salgan los datos por hospitales y haya que explicarle a uno de León o de Salamanca el asunto ese de la media de pollos cada uno en la comunidad. Cuando la realidad es que algunos se comen cuatro pollos y otros apenas chupan las alas.

Como de poco vale explicarle a los pacientes que la media para que les atienda su médico de cabecera está en dos días. En dos días, y hasta en uno están algunos, otros están en ocho días o más. Pero a la consejería no le da la gana meter mano en el asunto. Porque es inexplicable, como ha demostrado este periódico sobre el terreno, y volverá a hacerlo, que hay centros de salud con esperas presenciales para ocho días, mientras el centro de salud está más vacío que Madrid en agosto. Arroyo de la Encomienda, sin ir más lejos, a cuatro kilómetros del despacho del consejero, es uno de esos indignantes casos en determinadas consultas. Picotuerto en Ponferrada, otro ejemplo. Pero es que las hay puerta con puerta en Parquesol. Pero a la consejería no le da la gana meter mano en el asunto. Que es tan fácil como auditar los centros de salud y las consultas. Para eso hay coordinadores hasta en la sopa. Para no hacer nada, fundamentalmente, y hurtar un profesional a la sanidad que serviría para aliviar las esperas. El consejero es médico y, más allá de las entelequias que le facilitan sus asesores de dudosa credibilidad, sabe que la estadística no consuela a un paciente acodado por la salud que ve cómo le dicen venga usted dentro de ocho días. A algunos lo que les hace falta es que los pongan a trabajar, que llegan a la consulta a las 11 de la mañana.