Diario de Castilla y León

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Uno de los aciertos del mandato de Alfonso Fernández Mañueco al frente de la Junta de Castilla y León ha sido, en mi opinión, el esfuerzo por la reducción de los impuestos y tasas que carga la administración autonómica a los ciudadanos de la Comunidad. Es una apuesta fiscal que el presidente autonómico aplica al frente de su gabinete desde sus primeros momentos del mandato de la que nos congratulamos aquellos que preferimos que la administración afine sus engranejes y mejore su funcionamiento para desarrollar su labor a la perfección en base a un buen hacer en lugar de engrasarla artificialmente con una derrama de dinero extraído de los bolsillos de los ciudadanos que enmascare las carencias de una administración autonómica que debe ser modélica. Ya hemos visto qué ocurre en otras autonomías cuando el dinero público corre como fuente que no cesa. Por tanto, aminorar la presión fiscal fuerza a la administración a optimizar el uso de los fondos que proceden de las tasas e impuestos, cosa que redunda en beneficio de todos. Uno de los campos en los que la Junta adelgazó las tasas fueron los precios de la matrícula de las asignaturas que cursan los estudiantes enrolados en las cuatro universidades públicas de Castilla y León. Es una iniciativa que persigue favorecer el acceso a la enseñanza superior para todos los jóvenes castellano leoneses, que se ha prolongado este curso. Pero, como en todo, siempre hay quien se atreve a ir más allá y a propósito de las tasas universitarias han sido los vecinos gallegos los que han roto la hucha y han decidido que estudiar en las universidades de su comunidad sea prácticamente gratuito. Galicia se ha convertido en la única comunidad en España en la que los alumnos que aprueben la EBAU y los de segundo curso y posteriores podrán estudiar una carrera totalmente gratis si cumplen los requisitos previstos. Para empezar ya tienen la matrícula bonificada al 99% los de primer curso que hayan pasado la prueba de acceso. Además, los de segundo curso y posteriores tampoco pagarán más que un 1% siempre que hayan terminado el año aprobando el 65% de los créditos en las carreras de ciencias y el 90% en las sociales. Para los que fallan en este requisito al menos se les han congelado las tasas. Galicia, que importa estudiantes a miles cada curso, nos enseña el camino para que las potentes universidades de Castilla y León sean capaces tanto de atraer nuevos alumnos como de facilitar el acceso a nuestros jóvenes a una educación superior. Pero de nada serviría si Castilla y León no es capaz de multiplicar los recursos que destina a sus universidades, una reivindicación que desde Burgos es un clamor que no cesa desde hace décadas sin que se sacie esa justificada demanda de sustento vital. Sigamos el camino gallego y fomentemos la educación universitaria como vector de futuro. Nos irá bien.

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