Diario de Castilla y León

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ALGÚN correveidile irá con el cuento a ese ministro que colecciona las críticas que se publican sin tener cabeza para echar la vista atrás, pero no por eso me voy a privar, como llevo haciéndolo décadas, por desgracia, de volver a dedicar una columna a los fiascos en Burgos y en Castilla y León de las infraestructuras de comunicación que dependen del Ministerio de Fomento, antes de Obras Públicas. Se conoce que al cambiarle el nombre se perdió esa consciencia de que le corresponde realizar obras, porque hay que ver el ritmo que llevan las que están en marcha y el retraso que acumulan esas por las que seguimos esperando, y que estas sean para el servicio público, no para pagar deudas políticas a comunidades autónomas lloronas y egoístas. Volvemos hoy con la burra al trigo de las conexiones de Castilla y León con comunidades como Cantabria y Galicia. Las primeras siguen a paso de burra y quien sabe cuando se acabará la autovía a Aguilar de Campoo desde Burgos. Pero si el paso de la meseta al puerto de Santander y la costa desde Burgos no es prioridad para Fomento desde que se completó la autovía desde Osorno, menos aún lo es traer al siglo XXI las conexiones de Castilla y León con Galicia. Tras el hundimiento de uno de los viaductos de la A-6 en el Bierzo, el tráfico seguirá un verano más siendo desviado por una carretera comarcal que mete miedo. Es el más grave de los muchos problemas que presenta esta autovía a su paso por Castilla y León, donde atraviesa las provincias de Valladolid, Zamora y León con su enorme catálogo de baches y asfalto deteriorado. Si la conexión por autovía está interrumpida, no está mejor el trazado ferroviario. Viajar desde la capital gallega a Burgos es transportarse en el tiempo. La vía está cortada en Galicia por obras, pero que los trenes circulen entre Ponferrada y Astorga a poco más de 60 kilómetros por hora y se tarden cerca de 70 minutos en completar los 80 kilómetros que separan ambas poblaciones es inaceptable a estas alturas. Como lo es el hecho de que ese tren, el que va de Barcelona a Galicia atravesando Burgos, Palencia y León llegue siempre tarde cuando viaja en sentido a la comunidad gallega y la mayoría de las veces cuando regresa. Recientemente uno de esos trenes acumuló un retraso de algo más de una hora en su llegada a destino en Burgos. Tanto se demoraba que lo tuvieron que parar dos veces para dejar paso a otros convoys que viajaban en sentido contrario. Porque la vía que va a Burgos es única. Por la misma se va y se viene. Cuando los viajeros han querido reclamar, Renfe se pone de perfil y en su web, que es como se protestan los retrasos hoy, se dice que no consta demora en ese tren. Y a conformarse. Como hay obras, los retrasos no cuentan. Cosas que le pasan a la gente que no viaja en coche oficial y que, por desgracia, no son bulos.

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