Diario de Castilla y León
Urnas durante una votación en un colegio electoral de Valladolid, en una imagen de archivo. -E. M.

Urnas durante una votación en un colegio electoral de Valladolid, en una imagen de archivo. -E. M.

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Lo de las normativas electorales del pleistoceno que siguen rigiendo es para que los políticos empiecen a hacérselo mirar. Estas desfasadas normas conducen a que cada junta electoral haga lo que le peta. Las hay con el gatillo más fácil y las hay que, como los buenos árbitros, optan por la discreción y no desenfundan a la primera de cambio. La de Valladolid tiene bien engrasado el percutor y a la más mínima se resbala el dedo y pega un tiro, de fogueo. Porque los efectos que tienen sobre el electorado las consecuencias de las decisiones de estos órganos judiciales son más nulas que el ataque de un equipo del Cholo. Pero lo más desternillante es ver a los partidos, PP y PSOE, esencialmente, desfogarse cuando la junta electoral en cuestión del lugar en cuestión expedienta a un rival, como si hubiera matado a Manolete. Resulta irrisorio comprobar que son tan absurdos de no ser conscientes que alientan algo de lo que ambos van a ser víctimas en cualquier momento. Esencialmente porque a la vista de algunas juntas electorales, caso de Valladolid, los políticos deberían dedicarse a dar mítines inservibles durante 15 días y la acción política debería pararse. El electorado no es tonto, aunque el rival o el autor intelectual de los expedientes electorales así lo sospeche. Nadie va a votar una opción porque aparezca un ministro y dé una rueda de prensa con el alcalde de turno y los periodistas le pregunten. Ni tampoco lo va a hacer porque la Junta publique en su portal, en el que sólo meten el cuezo políticos y periodistas, las cosas que hacen y que suceden. O es que temen tanto PP como PSOE que la gente se entere de lo que hacen los gobernantes. Se llama transparencia. Y es muy sano para la democracia, eso que se juega en las campañas. Lo de la limitación de publicación de encuestas cinco días antes es para mear y no echar gota en los tiempos de Google y la globalización informativa. Estos asuntos resultan soporíferos y no interesan ni a cristo.

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