Diario de Castilla y León

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EL GOBIERNO de la Junta vive la era más plácida desde que hace 38 años el PP llegara al poder. Y no es que los antecesores como Herrera sufrieran mucho con el conglomerado de la oposición que les iban subcontratando desde Ferraz. Hay que recordar épocas como las de Óscar López, en su ambivalencia, que colocó a lo que el creía un lindo gatito, Julio Villarrubia, y aquello acabó a arañazo limpio orgánico. Hasta un golpe de estado sin amnistía contemplaron estas tierras como antesala de la ‘operación Tudanca’, orquestada por el propio Óscar López para quitar al que él había puesto. Estas componendas al final salen como salen, no como quiere el que las perpetra. Nunca, desde los tiempos de Zapatero, el PSOE patrio ha tenido tanto peso en Madrid como ahora, con dos ministros vallisoletanos. Dos. Pues resulta que tras una década de la operación mencionada para descarrilar a Villarrubia, el gran foco opositor del gobierno autonómico, incluso involuntariamente la mayor de las ocasiones, es Óscar Puente, que goza como un chiquillo chapoteando en un charco con el ministeriazo que le ha endosado su amigo, que ahora, emulando al regidor de Valladolid, se dedica al género epistolar. Carta de San Pedro a los adefesios. Eso sí que es someter a un suplicio a la ciudadanía con riesgo de romper España y su paciencia, y no la amnistía de forajidos y delincuentes. El caso es que mientras todo esto sucede y lo demás ocurre, Mañueco se marca un Ancelotti semanal y se fuma un puro mientras la oposición habita en una realidad paralela pero plácida, a razón de ciento y pico mil en billetes al año. La década prodigiosa. La calma anuncia la tempestad. Ferraz y Moncloa preparan un tornado territorial tras las europeas. La dana empezará por Madrid, donde un Lobato aúlla sus últimas felonías. Vuelve el de la guadaña. Lo vamos a pasar pirata.

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