Sanchismo es el PP en el abismo
SUCEDA lo que suceda hoy, será lo que, sin duda, ha querido Pedro Sánchez que ocurra. Tal vez dejarlo después de seis años, pese a que cuando aterrizó nadie daba un duro porque llegase al trimestre, para irse a Europa a presidir la Comisión. Tal vez. Los designios de Sánchez son inescrutables y un político sólo se hace previsible con los años, aunque Sánchez sea el más imprevisible de cuantos hemos conocido. Y eso no se masca en cinco moscosos. Eso viene tramado y digerido. Se busca el momento y la coartada. La coartada la proporciona el desvarío judicial de abrir acciones con los indicios proporcionados por un estercolero del chantaje a base de cuatro recortes de digital. Ya lo dijo el de Jerez, Pacheco, la Justicia es un cachondeo. Y casi lo empuran. Y si no es eso será lo que quiera Sánchez, que es el anverso y el reverso de la moneda política. Sánchez es el problema del PP y la solución del PSOE. Si se va dejará sucesor. Y lo dejará blindado con una investidura asegurada y el compromiso de unos presupuestos. Eso, o a los de Junts y demás comparsa se les abre el abismo de las urnas, y esas pueden conducir a chirona al prófugo y sus compinches. Manda Sánchez. El PSOE habita ahora en la barriada de la incertidumbre. Pero el PP lo hace en los arrabales del delirio que les proporciona Sánchez. Manda Sánchez. Y le dice a su partido lo que no tiene que hacer, mientras el PP no hace lo que debería. Y lo que no debería es seguir la linde. Aunque es harto difícil, porque cada finta de Sánchez, ya sea en la investidura de Feijóo, en el adelanto electoral o en su partida siempre acaban con la cintura de Alkorta, que todavía tiene pesadillas óseas con Romario. El PP no es consciente de que han cedido el esférico y la medular a Sánchez, y viven asediados por la constante levedad del ser. El PP de Feijóo hace tiempo que ha perdido la iniciativa. Sanchismo es el PP asomado a diario al abismo. Hagan sus apuestas. Y ojito con Illa, no Juanito, Salvador.