Violencia es violencia, se ejerza contra el PSOE o contra VOX
LA VIOLENCIA es violencia. La ejerza un mamarracho ultra contra el presidente del Consejo Comarcal del Bierzo, un socialista o la ejerza un grupo de nostálgicos de ETA contra el presidente de las Cortes de Castilla y León, uno de VOX. Condenar ambas es el ejercicio de responsabilidad y madurez democrática que corresponde a todo político, especialmente si es contrincante democrático del agredido. El PP, con el presidente de la Junta a la cabeza, Alfonso Fernández Mañueco, atendió con diligencia y contundencia la repulsa a ambas acciones. Como lo hicieron otros dirigentes de su partido. Y como también lo hicieron dirigentes del PSOE en el caso de las agresiones sufridas por parlamentarios de VOX en Castilla y León en Getxo, como fue el caso de Ana Redondo, Nicanor Sen o Javier Alfonso Cendón. El silencio de los que no lo hicieron en el PSOE regional, cada día más aislados de la realidad, sólo les condena a ellos. Y lo de mofarse de que un rival sufra escraches y violencia supera todos los límites. Ser demócrata no es un mero ejercicio de dialéctica en X, antiguo Twitter. Ser demócrata es actuar y pronunciarse, sin equidistancias ni cinismos, ante los hechos. Lo demás, dramatización, victimismo indolente y teatralización.
Cada cual tiene que saber cómo ejerce sus convicciones y sus responsabilidades. Pero la concordia, sin duda pasa por practica de lo que se predica, como hizo, sin complejos ni contemplaciones la ministra Ana Redondo, el delegado del Gobierno, Nicanor Sen, o el secretario del PSOE leonés, Cendón. Pese a todas sus discrepancias y la enorme distancia que les separa de VOX y que tantas veces han significado. El discurso del odio se propaga también desde el silencio y la victimización teatralizada.
No hay que olvidar, además, que el presidente de las Cortes, el leonés Carlos Pollán, fue de los primeros en salir a condenar la agresión sufrida por el socialista ponferradino. Y lo hizo sin andar con zarandajas ni mezclar otros asuntos de discrepancia política. Lo hizo con la honestidad de quien cree en lo que predica.
En el núcleo del PSOE en las Cortes, convertido en trinchera y León, no estaría de más abrir un debate constructivo sobre dónde está el problema en condenar abiertamente y sin tapujos la agresión a unos compañeros de hemiciclo por parte de los nostálgicos del terrorismo etarra. Compañeros llegados a ese hemiciclo por deseo y voluntad expresa de la soberanía de los ciudadanos de Castilla y León. A las Cortes se llega por el mismo camino democrático. Lo antidemocrático es no admitirlo y repudiarlo.