Renfe cantando La Marsellesa

Es de suponer que el vallisoletano Óscar Puente, que se vio ayer las caras con su homólogo francés, el ministro del ramo, Patrice Vergriete, le cantara las cuarenta por esa manía tan gala que le ha entrado a Ouigo, compañía estatal francesa, de bajar los precios para que la Alta Velocidad no sea sólo para ricos. O no. Una cosa es lo que se brama en Twitter y otra bien distinta cuando te ves las caras con un tipo que te saca medio metro y además representa a la todopoderosa Francia, que reina en Europa y hace lo que le peta. Lo que va a estar difícil es denunciar a Ouigo por dumping ante la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia. Ni por dumping ni por puenting. Porque acto seguido tendría que presentarse el ministro nuestro de cada día en las oficinas de la CNMC a denunciar a Renfe, que, en respuesta al estreno de Ouigo con billetes a 9 pavos entre Valladolid y Madrid, los ha puesto a siete euros, ocasionando el consiguiente quebranto para las arcas públicas, a tenor del argumento que esgrime el de Transportes y Movilidad Sostenible en sus ataques a Ouigo. Lo que sí barruntamos es que después de la cordial reunión de ayer para que Ouigo siga haciendo lo que le dé la gana en España a cambio de que Renfe pueda entrar en Francia cuando a las ranas les salga pelo es que a la intrépida directora de la francesa en España, Hélène Valenzuela, le va a pasar como a Carmelo Gómez en aquella película en la que hacía de terrorista de ETA. ¿Recuerdan el título? Días contados. Ahí empezó a despuntar Javier Bardem como el actorazo que iba a ser. Daños bilaterales. Mientras, los franceses seguirán campando a sus anchas por las vías de ADIF, ese organismo en extinción, y estaremos en deuda con ellos, los franceses, porque gracias a ellos llegará a Castilla y León la Alta Velocidad para ricos, pobres y mediopensionistas. Igualité, Liberté y Fraternité, reza la campaña de lanzamiento de Ouigo. Pronto veremos al presidente de Renfe entonar La Marsellesa.