Las paguitas, al estilo Marca
No haya nada mejor que recurrir al periodismo clásico para conseguir ofender en toda la medida de las posibilidades a esa casta política que vive de la frivolidad y del desdén de las penurias ajenas. Castas hay varias y variadas desde la llegada de la nueva política a nosotros y nuestras circunstancias. En este caso, nos referimos a la que llama paguitas a la mísera aportación que hace el Estado de Derecho para aquellas personas que no tienen ningún tipo de ingreso con el que dar de comer a sus hijos, vestir a sus hijos, calzar a sus hijos, comprar libros a sus hijos y adquirir medicinas para sus hijos, y luego si les sobra algo, intentar comer ellos. Eso es a lo que el gerente del Ecyl, Álvaro Ramos-Catalina Ysasi, una inocuidad política, del que conocemos el beneficio, pero estamos todavía intentando descifrar el oficio y actividad. El personaje en cuestión nos cuesta 70.000 en billetes de curso legal, seguridad social aparte, y otras onerosas prebendas innatas al cargo y la carga que nos supone amamantar a esta fauna que puebla la política en sus distintas latitudes ideológicas. Aquí no se salva nadie. Es labor de los partidos, o debería serlo, hacer una poda en verde, porque madurar no van a madurar ya a sus edades. El caso es que pasan las horas y los días y el tal Ysasi todavía no se ha disculpado por su desatino parlamentario. La ausencia de arrepentimiento exhime del perdón, que es lo que diferencia al indulto de la amnistía. La amnistía se aplica sin arrepentimiento ni propósito de enmienda. Es el Estado el que se arrodilla ante el criminal, en vez de ser el criminal el que se disculpa ante la sociedad. Pues llegados hasta aquí, deberíamos practicar el periodismo clásico de Marca, ese que es inmortal y certero. Si Marca se preocupa en poner la edad de los deportistas en los pies de foto, algo que siempre ha sido enormemente instructivo para el lector, el resto no deberíamos dejar de poner el sueldo público que nos cuesta cada político en cada una de sus fotos.