La Concordia por la culata
No ha estado fino el PP con el texto de la Ley de Concordia, esa que emana de la discordia, que le ha endosado VOX. Cierto es que las primeras galeradas eran para ir a mear y no echar gota, con la pretensión de que la Concordia abarcará hasta 1945, con el fin de la Segunda Guerra Mundial. Podían haber puesto 1947, que es cuando murió Manolete en Linares y lo hubiera prologado Gonzalo Santonja, con esa prosa épica y certera de la que usa el intelectual ahora metido a consejero de Cultura y Taurismo. El caso es que el PP se la ha dejado colar sin medir consecuencias. No precisa el PP estrechar su aforo electoral por el centro, a costa de darle gusto al socio, al tiempo que lo va absorbiendo y consumiendo, desde el desdén de quien lleva un grumete a bordo y prefiere evitar el elefante en la habitación. Estos asuntos, como los del protocolo antiaborto, que, también por desidia, acabó apretándole la camisa a Mañueco, son de los que hacen mella. El PP no ha medido. Por eso no le queda otra que rectificar y dejar que el asunto desaparezca por inanición. Borja Sémper, semper Borja, se ha marcado un Pasapalabra. Pero la última palabra esta por llegar. Y casi es mejor que no vuelva a justificar el texto el portavoz en Cortes, Raúl de la Hoz. No es necesario agravar el asunto. Las cosas, como las condenas a las dictaduras y los tiempos del terror, que son implícitos, es que no son rotundamente explícitos. Y en determinadas cuestiones ideológicas la rotundidad y contundencia lo es todo. Si algo no necesita el PP de Feijóo y de Mañueco es meterse en la confusión del franquismo. Estigma superado cuando decidió enterrar en la cuneta de un congreso la Alianza Popular, plagada de nostálgicos. Hay que sacar a los muertos de las cunetas, algo muy cristiano, e incluso católico, sin sepultar ni la memoria ni las enseñanzas de la Historia. Implícitamente el franquismo fue el terror. Explícitamente fue aterrador. Al PP le va a salir la Concordia por la culata.