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La Rusia imperial, de la que su máximo icono han sido los zares, las zarinas y sus pomposas cortes, forma parte de la historia universal. Las coronaciones de los monarcas rusos en el Kremlin, centro de la vida política del país, eran eventos que tenían una trascendencia vital en la geopolítica del continente europeo. En la parte final de su multisecular existencia tuvo momentos estremecedores que terminaron en 1918 con la pérdida del poder de Nicolás II, el destierro, junto a su familia, a Ekaterinburgo y su posterior asesinato por parte de los bolcheviques.

A lo largo de los reinados de los zares eran frecuentes, especialmente en el siglo XIX, coincidiendo con el nacimiento y desarrollo de los movimientos anarquistas y revolucionarios de la época, los atentados cuya finalidad principal consistía no solo en derrocar al gobierno de turno, sino en cambiar de régimen. Es conocido el asesinato del emperador ruso Alejandro II. Tuvo lugar el 13 de marzo de 1881 en la ciudad de San Petersburgo. Es cierto que el atentado no provocó con carácter inmediato la transición a otro sistema político. Sin embargo, sí supuso un punto de inflexión importante en la historia de la nación rusa y de Europa. Sentó las bases de lo que acaecería poco tiempo después, la llegada e instauración en el poder de los comunistas.

Ha tenido lugar hace unos días un nuevo atentado terrorista en Krasnogorsk, cerca de la capital rusa. Varios hombres vestidos de camuflaje irrumpieron armados en la sala de conciertos Crocus City Hall, lanzaron varios artefactos y granadas, causando el incendio del edificio, y dispararon contra los asistentes que esperaban el comienzo del espectáculo. El número de muertos sobrepasa la centena, con numerosos heridos. El atentado ha sido reivindicado en las redes sociales por el Estado islámico. El gobierno ruso ha detenido a varios de los ejecutores materiales de los asesinatos. Esta acción terrorista que ha sufrido el pueblo ruso, en medio de la guerra que mantiene con Ucrania y después de las elecciones en las que Putin ha revalidado su hegemonía política, a diferencia de lo que sucedió con sus predecesores, servirá para consolidar su posición como jefe del Estado. No parece que las naciones estén haciendo lo suficiente para parar la escalada de violencia que asola a parte de Europa. ¿Qué será lo que nos espera? El tiempo lo dirá, pero no tiene buena pinta.