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Y LO hace por todo lo alto. Alejado de las habituales penumbras económicas y dando plenamente en el clavo. Hace unos días conocíamos los últimos datos del Servicio de Estudios Económicos (Ecova) de Catilla y León, que se ha consolidado, por su rigor y trayectoria, como el principal observatorio económico de nuestra región. El director del Colegio de Economistas de Valladolid, Palencia y Zamora Juan Carlos de Margarida presentó la foto de nuestro panorama económico sin ocultar las amenazas de nuestro futuro económico, pero ofreciendo una visión más positiva de lo habitual respecto a algunos indicadores que nos transmiten cierta esperanza frente al pesimismo general de anteriores informes.

Superadas las permanentes advertencias sobre devastadoras crisis económicas que nunca terminan de llegar, De Margarida se ha mostrado, en esta ocasión, optimista ante algunos prejuicios de la ortodoxia económica como la subida del salario mínimo interprofesional.

Considera nuestro economista de cabecera que, aunque la subida del SMI pueda parecer un coste para las empresas, supone un impulso fundamental para el dato de consumo interno, que es uno de los principales pilares de nuestra economía. Otros datos económicos como el crecimiento de la licitación de obra pública, la contención de la inflación o el incremento en el transporte aéreo de pasajeros permitieron concluir al director del Ecova que la economía de Castilla y León presenta cierta solidez y unas expectativas empresariales positivas.

Sin que todo ello suponga transmitir en absoluto ningún mensaje de euforia económica, lo cierto es que el Ecova pone, en esta ocasión, en el centro de las principales preocupaciones y amenazas a nuestro progreso económico, las innegables incertidumbres en el ámbito político. Más allá del preocupante panorama geopolítico internacional debe advertirse que el lamentable espectáculo político que estamos viendo últimamente por parte de nuestros representantes tampoco ayuda en nada a generar la necesaria confianza para el desarrollo económico. Hacía muchos años que los ciudadanos no contemplábamos un nivel tan bajo en la confrontación política y en el debate parlamentario.

El intercambio de insultos y acusaciones cada vez más groseras y el lamentable comportamiento de nuestros representantes políticos, no sólo ha acabado con ese debate que ya no puede calificarse como tal, sino que ha conseguido que la política haya superado, por primera vez, a la cuestiones económicas como una de las principales preocupaciones de la ciudadanía. Que la política nos preocupe más que la economía es un mérito difícil de conseguir. Esta vez De Margarida ha dado en el clavo.