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La política esta nuestra de cada día, la de un tiempo a esta parte, esa que llegaba dando lecciones a diestro y siniestro, y que todavía algunos las siguen dando, aunque ya nadie les oye y mucho menos les escucha, nos ha dejado una serie de personajillos a los que un día alguien le rió las gracias y, lo que es peor, le veneró cual oráculo de Delfos. Son personajillos que van dando lecciones, hablan ex cátedra, vamos, que les gusta escucharse y desprecian a los que no les bailan el agua. Personajillos que viven de obsesiones y del acoso por el acoso a aquellos que no beben sus vientos, no siguen sus mandatos y no le dicen ‘sí bwana’.

Lo que nunca pensé es que uno de estos personajillos pudiera llegar a estar tan obsesionado conmigo. Confieso que ni en mis mejores sueños periodísticos imaginé que mis crónicas fueran a ser tan importantes para nadie y, mucho menos, ser parte de las obsesiones de un personajillo que nada ha aportado a la política y a esta tierra más que la bronca.

Pues nada, personajillo, sigue obsesionado conmigo y con mis crónicas. Continúa leyendo y releyéndolas. Reconforta ver cómo aquello que es fruto de tu trabajo sirve al menos para satisfacer las obesiones de alguno. Sólo una petición, de periodista a personajillo: no dejes nunca de hablar mal de mí.

Dicho de otra manera, por si no te ha quedado claro, no sabes cuánto te agradezco que jamás hables bien de mí. Y es que cada vez que loas a alguien y le das tus parabienes va al foso. La próxima víctima de tus alabanzas ya tiene nombre y apellidos, Izquierda Española. Va a tener menos votos que Luis Rubiales en las próximas elecciones a la vergonzante y podrida Federación Española de Fútbol.

Pero, personajillo, tú, a lo tuyo, a tus obsesiones y al acoso por el acoso, que es lo que te gusta. Y, ojo, que no lo digo yo, lo decían los de tu bancada, personajillo.