La oportunidad de la fuerza del sector logístico con la nueva movilidad
En tiempos, antes de la crisis que dio al traste con tantas ensoñaciones políticas, la Junta diseño un plan logístico que consistía en llevar infraestructuras destinadas al transporte de mercancías en un reparto sin sentido por todas las provincias para contentar a todo el mundo, especialmente en el propio ámbito político del PP. Lo orgánico y sus nueve reinos de taifas, siempre han sido un lastre para la acción política en Castilla y León. La del gobierno, pero también la de la oposición. Por eso, entre otras cosas, perdimos el instrumento financiero o una distribuidora regional en la región más potente de Europa en los sectores de la agroindustria y el primario. La indolencia política tiene estas cosas, que para no ofender a nadie, lo mejor es no hacer nada.
La realidad es más constante y tozuda que la política. Y la realidad ha empezado a confeccionar, de forma natural, no artificial, un entramado logístico a medida de las empresas que la ejercen y las compañías que lo demandan. No deja de ser el embrión de eso que se llama el Corredor Atlántico, que nadie entiende lo que es fundamentalmente porque la política no sabe cómo explicarlo. La realidad ha dejado en pañales aquellas ensoñaciones llamadas Cylog, que en muchos casos duermen el sueño de los justos a medio hacer, o en los mejores se han quedado en los planos evitando el absurdo derroche de otros tiempos, los tiempos de Meseta Ski o la Ciudad del Medio Ambiente, donde el erario público aguantaba cualquier vanidad política.
El caso es que han sido las empresas las que están marcando el camino. Las empresas de distintos sectores, como Mercadona, Gadis, Aldi, pero también Amazon o Decathlon las que están configurando la realidad logística de la región más extensa de Europa que no puede perder ese tren. O de lo contrario algún vecino lo aprovechará.
Son las empresas, los proveedores y los suministradores los que fijan la demanda, los que tienen que configurar ese mapa logístico. Las empresas de verdad que se dedican a la logística, no colectivos empresariales que sólo representan a un puñado de indocumentados que viven a expensas de subvenciones con las que mantener el chiringuito que les otorga una representación política de la que carecen socialmente. Es el momento de que la Junta, alentada por el crecimiento logístico de la última década, se ponga manos a la obra simplemente para seguir el impulso y la inercia de lo ya forjado por poderosas compañías. La logística también es la nueva movilidad, no sólo de bicicletas vive este asunto de primer orden en la acción política.