La caída de la natalidad confirma la necesidad de políticas para jóvenes
LUCHAR contra el descenso de la población que se está registrando en Castilla y León desde hace muchos años, también en otras comunidades autónomas, supone un auténtico reto. Y como tal se ha definido en la esfera política, el reto demográfico. No hay una causa única y por lo tanto las soluciones no pueden intentarse desde un sólo ámbito. De lo que no hay duda es que los datos básicos son tozudos y los problemas demográficos siguen creciendo. Ayer se conocieron nuevos datos estadísticos que reflejan que el problema sigue aumentando.
Es común a la mayor parte de España, pero Castilla y León registra las cifras más negativas. El saldo vegetativo de la Comunidad es el segundo más negativo, solo por delante de Galicia. La mayor incidencia en este dato la tiene la gran caída de los nacimientos. El año pasado nacieron 12.464 niños, un 30% menos que hace diez. Si a eso se suma que también el número de defunciones es mayor, en lo que el envejecimiento de la población tiene clara incidencia, el resultado es la poco gratificante realidad de un saldo vegetativo negativo en más de 16.200 personas. Se ha visto a través de otras estadísticas que el problema demográfico sería aún mayor si en los últimos tiempos no se estuviera produciendo un aumento de la llegada de personas desde otros países, algo que es posible gracias a una buena situación económica, porque cuando hay crisis se comprueba que ese flujo migratorio se detiene.
Intentar fijar población, conseguir atraer nuevos habitantes, que retornen los que se marcharon y otras muchas otras medidas, como la mejora de los servicios en las zonas rurales, son instrumentos para luchar contra la despoblación, pero uno de los más elementales es el de conseguir que se produzcan más nacimientos. No hay duda de que entre los muchos cambios de la sociedad se encuentra el de la reducción del número de hijos y no es posible contar con familias del tamaño de las de otras épocas. El problema es cuando la decisión de las personas sobre el número de hijos es consecuencia de las dificultades económicas.
Los jóvenes las tienen en muchos casos y cada vez son mayores las circunstancias que retrasan la edad de emancipación y, por añadidura, plantearse tener hijos. Por tanto, las políticas que apoyen a los jóvenes, que faciliten su emancipación, podrán tener incidencia también en las decisiones sobre descendencia. Esas políticas son necesarias también por otras cuestiones, pero la natalidad debe tenerse en cuenta.