Ni tan ejemplar, ni tanta rapidez, ni tanta contundencia como pregonan
NI CON TANTA ejemplaridad, ni con tanta rapidez, ni con tanta contundencia como pregona el jefe de la oposición, el socialista Luis Tudanca, cuando le ha estallado la violencia machista en el escaño de al lado, con el protagonismo de Ángel Hernández, su número tres en las Cortes. Ni siquiera tanta moralidad como ha pregonado su repentino aliado Francisco Igea, al rescate de Tudanca en la sesión plenaria vespertina del martes. Muy mal tiene que ver la cosa el socialista para aceptar la mano salvadora de quien le condenó al ostracismo cuando ganó las elecciones después de 36 años de derrotas socialistas, salvando al PP, y permitiendo a Mañueco recomponer un partido que se vuelve a antojar electoralmente intocable. Muy malita tiene que estar la cosa.
Una cosa es predicar y otra dar trigo. Y el PSOE de Tudanca es generoso en predicamentos y sermones moralizantes contra todo hijo de vecino. Le cuesta más ponerlos en práctica, como en esta gravísimo caso de violencia machista por el que acabó en el calabozo uno de sus más estrechos colaboradores y se enfrenta a cuatro cargos de violencia de género, además de amenazas a los agentes que lo detuvieron.
La cronología y el propio comunicado de Ángel Hernández de ayer ha desvelado algo muy distinto a lo que anunció Tudanca acorralado por las informaciones que daban la vuelta al país. El PSOE no le cesó inmediatamente de los cargos orgánicos e institucionales, que es lo que predica y exige a los oponentes. Dejó su vocación moralista en manos de la voluntariedad de Hernández, que lo hizo ayer casi al cierre del registro de las Cortes, y cuando se conocieron más detalles del «ábreme la puerta, zorra», en el domicilio de la víctima. El PSOE no le cesó de militancia, como aseguró en un comunicado el martes. El escrito remitido por Hernández ayer a través de los canales de prensa del PSOE de Castilla y León señala que ha sido él el que se ha dado de baja voluntariamente. Y por si fuera poco, el PSOE asumió distribuir un comunicado infame en el que no hay ni pizca de arrepentimiento del hasta ayer secretario general del grupo parlamentario socialista. E incluso alardea de que ha recibido muchas «muestras de apoyo públicas y privadas». A ver si todavía el van a dar un premio Goya por protagonizar el «no me podéis detener, soy aforado y voy a hablar con mis amigos para que os manden a Melilla», que le dijo a los agentes que le detuvieron. Claro que tenía razón Tudanca cuando dijo que «lo que conocemos es suficiente para adoptar medidas contundentes». Es una pena que haya desaprovechado la ocasión de hacerlo y demostrar que vive como predica.