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JAVIER RAMÍREZ UTRILLA

Convergencia y desunión

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EN contra del nombre del histórico partido catalán ya desaparecido y de las connotaciones positivas del término convergencia, su aplicación práctica no siempre es positiva ni genera unión. Como nombre, «convergencia y unión» queda muy bien pero converger puede producir efectos negativos cuando provoca igualar a la baja.

En el ámbito educativo ha sido noticia en los últimos días la propuesta de una prueba única de la EBAU por parte del líder del partido popular en todas las comunidades autónomas donde gobiernan. Una propuesta que desde las filas socialistas de Castilla y León se ha calificado como un tiro en el pie. No hay que olvidar que Castilla y León ocupa una posición de privilegio en políticas y resultados educativos por lo que es fundamental que, teniendo en cuenta el peso de la nota del bachillerato en la puntuación final, no se produzca una convergencia educativa que nos iguale a la baja con el nivel educativo de otras regiones.

Es bueno converger para mejorar pero no siempre es así. 

Otro ámbito de convergencia de dudoso beneficio es el laboral en el que el nivel de paro de nuestra Comunidad se va acercando poco a poco al del promedio nacional. Castilla y León ha cerrado el 2023 con una tasa de desempleo del 9,5% que, aún situándose por debajo de la tasa de paro a nivel nacional en más de dos puntos, evidencia una evolución convergente que tampoco nos beneficia. Otro ejemplo negativo de convergencia que, curiosamente, no se replica a nivel interno entre las distintas provincias.

En materia turística la deseable convergencia con los datos nacionales de turismo internacional es un arma de doble filo. En torno al 80% de los turistas que recibe Castilla y León son nacionales por lo que hay un margen notable de crecimiento en turismo internacional para aproximarnos a las cifras del conjunto de España. No obstante, sería un error pretender converger en este sentido sobre la base de un modelo de crecimiento que sigue apuntalado en cifras de volumen de viajeros y pernoctaciones.

El éxito de España como destino turístico que se ha exhibido durante estos días en Fitur, se basa fundamentalmente en el factor de la competitividad del sector frente a otros destinos, más que en la calidad de la oferta turística. Dicha competitividad debe basarse en la calidad y no en los precios para atraer a un perfil de turista que aumente el nivel de gasto y no convertirnos en un destino «barato». No necesitamos converger con un modelo turístico basado en el volumen y la cantidad en lugar de en la calidad de una oferta en la que ya ocupamos posiciones de liderazgo. Converger no siempre es bueno.