Agropal, la lealtad y la apuesta por el territorio y el sector agroalimentario
ES INCONCEBIBLE que Castilla y León, uno de los mayores poderíos agroalimentarios de Europa, carezca de una distribuidora de la tierra, es decir una red de supermercados afincados y enraizados en Castilla y León y con la identidad de aquí. Inconcebible. Pero así ha sido hasta ahora tras el naufragio de aquel invento llamado El Árbol, que acabó en manos de Día, al que se le inyectó dinero público cuyos destinos nunca fueron desvelados cuando llegó su quiebra, pese a que el consejero delegado se fue con los bolsillos llenos, una hora antes de darle el pase a Día. Por entonces Día, de estirpe catalana y que a las primeras de cambio mostró sus intenciones amenazando a proveedores con clausurar los contratos si no les perdonaban la mitad de las deudas que arrastraban desde la etapa de El Árbol. Un despropósito dejar al sector agrario y agroalimentario de Castilla y León al albur de las grandes del sector, que imponen su normas, sus precios y su ley.
Ha llegado Agropal para enmendar aquellos desaguisados de la Junta en otros tiempos lejanos. Y ha llegado primero para demostrar su lealtad con el territorio y con el sector agroalimentario, que es la razón de ser del imperio cooperativista con raíces palentinas. Tenían un proyecto. Lo anunciaron. Y lo están desarrollando. Ya han abierto, a velocidad de crucero, más de medio centenar de supermercados en siete de las las nueve provincias de Castilla y León. Supermercados que priman la producción regional y nuestras marcas. Un lugar de acogida a cientos de productores, grandes, medianos y pequeños de Castilla y León. Esos que no pueden llegar a los grandes y suntuosos lineales, o no pueden depender de la dictadura que imponen las marcas blancas.
Agropal, su equipo directivo, lo ha hecho. Lo está haciendo. Con rigor, pero con prudencia. Y sobre todo con discreción. Y lo que es más importante sin un euro de ayudas públicas, como aquellas millonarias que se dilapidaron con El Árbol a través de la sociedad Madrigal, aquel chiringuito que sirvió para muchos apaños de una época en la que afloraron tramas eólicas y solares en el seno, además de perlas negras de la Junta.
Agropal es ya, por derecho y esfuerzo propio, la gran distribuidora que se merece Castilla y León, pero sobre todo su sector agroalimentario. No estaría de más que las autoridades, pero también los consumidores, pusieran su vista en Agropal, que representa el apoyo al agricultor, al productor y al consumo de proximidad. No estaría de más, mucho más apoyo a quien se lo está ganando con su determinación, su compromiso y fundamentalmente su palabra. Las cosas no se dicen, se hacen. Agropal lo hace.