Un modelo educativo que sale del talento y que debe servir a otros
HARÍA BIEN EL el gobierno en aceptar la oferta de Castilla y León para dar a conocer en otros territorios nuestro modelo educativo, ese que según el veredicto de los expertos de PISA como el mejor de España y uno de los mejores del mundo. No está de más conocer modelos de éxito y, no copiarlos, porque cada territorio tiene sus peculiaridades. Castilla y León está en disposición de exportar educación, como exporta vehículos, galletas, patatas o jamones. La educación, además de un servicio esencial, es en gran medida una industria que sustenta las bases del desarrollo laboral y económico de una sociedad. La educación es el pilar de una sociedad avanzada.
El modelo de Castilla y León no se basa en la complacencia y la desidia. Se basa en el esfuerzo, la constancia, el trabajo y el sacrificio. Pero no sólo del alumnado. También de la comunidad docente y de los rectores del sistema. Sin ellos serían imposibles los últimos resultado de PISA. También de los político y su determinación. Es un esfuerzo y un resultado común y colectivo. Porque entre otras cosas, cuando la política y la acción provisional de los funcionarios se enfoca al bien común obtiene estos resultados. En vez de dedicarse a asuntos tan absurdos como la diferenciación y la división, cuando no a montar embajadas inservibles de enorme gasto.
Pilar López Alegría ha demostrado, entre otras cosas, al recibir a Castilla y León, a su presidente, que tiene más talla política e institucional que su compañera, no se sabe por cuánto, la vicepresidenta Teresa Ribera, la encargada no hace muchos meses de sembrar bulos en sede parlamentaria contra la educación de Castilla y León. PISA vino, una vez más, para ponerla en su sitio. Seguramente Pedro Sánchez la ponga en otro, lejos del gobierno y más cerca de Puigdemont.
Castilla y León puede presumir de educación. Pero también puede ofrecer su experiencia. Y sería absurdo no aprovecharla. Igual que Castilla y León en otros ámbitos ha conseguido progresar y avanzar a través de conocer experiencias de éxito ajenas. Despreciar nuestro conocimiento además de altanero es una pérdida de talento que el gobierno central no debería desaprovechar, ahora que el talento está cada vez más en alza.
Castilla y León, entre otras cosas, tiene una EBAU muchísimo más exigente que otras comunidades. Y eso genera agravios en la elección de universidades. Para alumnos de conocidos territorios el acceso está más al alcance a base de reducir el nivel de esa EBAU, que también forma parte de nuestro mérito en PISA.