La saturación sanitaria no sólo ha llegado, sino que se ha instalado
PARA RECOMENDAR el uso de mascarillas en instalaciones sanitarias no es necesaria una reunión de una tropa de consejeros de sanidad, con sus consiguientes secuaces, y de todo un ministerio. Eso hace tiempo que lo practica de forma voluntaria, aplicando el sentido común, la mayoría de la población. Luego están los insensatos, insolidarios y otras calañas, a las que sólo la imposición les hace transitar por la vereda del sentido común. Pero es una minoría. Por eso mismo no se entiende que en el Consejo Interterritorial no se haya impuesto el uso de mascarilla en centros sanitarios por el bien de la mayoría. Y no se entiende que la Junta de Castilla y León sea ajena a esta medida, que sólo tiene por cometido ahondar en la prudencia. Más incomprensible si recordamos que hace meses los centros sanitarios de Castilla y Léon colgaban carteles con la obligatoriedad de la mascarilla, pese a no serlo. Vamos, la casa de tócame Roque. Pero no ahora, cuando estamos llegando al pico de un contagio que ha saturado hospitales, tal y como han podido comprobar con sus carnes, su estrés y su paciencia sanitarios y pacientes. La pandemia y sobre todo la postpandemia demostró la eficacia del uso de mascarillas para frenar el contagio de covid y gripes en sus distintas variantes.
Negar el colapso o saturación de centros de salud y hospitales en Castilla y León es negar una realidad tozuda. Ese es el camino más corto para acceder a la negligencia política, que es la única negligencia que no puede cometer la Consejería de Sanidad que rige Alejandro Vázquez. Es normal que el consejero no conozca la situación de cada centro de salud y cada hospital de la comunidad. Pero para eso tiene un equipo, centralizado, pero también repartido por los territorios. Debe ser que alguien le susurra al consejero lo que quiere oír, pero no lo que debería conocer. La saturación no sólo ha llegado, sino que se ha instalado por un tiempo en algunos centros sanitarios de Castilla y León. Se ha instalado unas semanas y va a tener consecuencias en el incremento de las listas de espera, como ya lo tiene en las citas de Atención Primaria. Será entonces cuando emerja esa realidad tozuda. Y será entonces cuando el departamento que dirige Vázquez tendrá que explicar por qué engordan las estadísticas si no hubo colapso con las infecciones respiratorias. Alguien será entonces prisionero de los artilugios retóricos de estos días. Sólo la verdad os hará libres. Por eso negar la verdad, que siempre aflora muy tozuda, es una de las mayores estupideces que se pueden cometer en política, tal y como constató la antecesora de Vázquez.