Infraestructuras urgentes con plazos de ejecución y obras inaceptables
Es cierto que el ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, el vallisoletano Óscar Puente, se ha encontrado un ministerio manga por hombro en el que prima la apariencia más que la ejecución. Un ministerio que ha tenido empantanadas las infraestructura esenciales de Castilla y León por pura desidia de sus moradores, desde los tiempos de la arrogante Ana Pastor hasta los de la incompetente Raquel Sánchez, ahora premiada por su inutilidad con la presidencia de Paradores, donde podrá parasitar a su antojo con un sueldo de 180.000 euros al año. Y es cierto que algunos plazos, como el de los tramos de la A-11 entre Tudela y Quintanilla, o la licitación del Langa-Aranda, de la misma vía, también se los encontró Óscar Puente en esa estrategia de convertir en eternas las obras. Pero eso no hace que el asunto sea indecente e inaceptable. Cuatro años para un tramo de carretera, cuando en tiempos de Álvarez Cascos o de José Blanco los plazos eran de dos años o poco más en trazos montañosos y de enorme complejidad técnica, repletos de viaductos y túneles. Raquel Sánchez, con la insana intención de ralentizar todo en Castilla y León, empezó a aplicar en los pliegos esos plazos de ejecución inasumibles. Plazos que pese a todo ni se cumplían. No podemos aceptar, ni debe asumir el nuevo inquilino ministerial que los tramos en ejecución de la A-11 en Valladolid se alarguen hasta diciembre de 2025. Uno de ellos con tres años de ejecución debería haberse acabado hace un año. Y el otro, debería haberse estrenado hace unos meses. Es una cuestión de reorganizar los plazos y aplicar una actividad de obra acorde a lo que siempre ha sido la ejecución de una autovía. Esos dos tramos deberían estar acabados el próximo año, y eso supondría un indecente retraso de dos años sobre el compromiso en la adjudicación. Y el tramo entre Langa y Aranda de Duero no puede llevar cuatro años de trabajos para ver la luz. Cuatro años que, tras lo visto, se suelen convertir en algunos más. Porque asumir esos plazos es asumir que la Autovía del Duero, que lleva casi 30 años en obras no estará acabada ni al final de la próxima década. Indecente. Y eso mismo vale para el resto de obras que saque a licitación el Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible. Castilla y León no puede seguir sometida al castigo de las obras empantanadas o eternizadas por parte del gobierno socialista. Por su obras los conoceréis. Pero también por sus plazos. Porque la acción política tiene un horizonte en el espacio y en el tiempo. No estaría de más que desde la Junta se incidiera en estos aspectos prácticos más que en el del alboroto sin destino. Hay un ministro de Castilla y León y es hora de exigirle igualdad para Castilla y León.