Diario de Castilla y León

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ANDABA un servidor revolucionando a los pastores ledesminos, que como todo el mundo sabe, o debiera, si el cura no lo hubiese impedido durante décadas, se trata de los restos –reliquias, que suenan mejor– de los tres primeros pastores que adoraron al niño aquella noche fría. Y como todo el mundo sabrá –me lo ha prometido el alcalde– se llamaban Ysacio, Josep y Jacobo. Sus reliquias, que están en Ledesma, nos refieren, posiblemente, la historia más bonita, el cuento más bello y la leyenda más increíble de la Navidad.

Pero la casualidad ha hecho que entre en la vereda un cuarto pastor que deberemos anotar y seguir. Esta vez no por inspiración divina, sino por necesidad y correspondencia a la generosidad de Suso, el cuarto pastor. Propongo que en cada nacimiento exista una figurita de pastor trashumante, con su cacha, su manta y su zurrón con el nombre de Suso. Esta Navidad, los pastores andan tristes. El ángel de la buena nueva se apareció a los pastores trashumantes que estaban calentándose al fuego cerca del chozo y les dijo que Suso se había salido del cordel. Y que había tomado la cañada de más varas, la más larga y la que va hacia arriba. Y así en plena Navidad se nos fue el bueno de Suso.

El que defendió los rebaños y la trashumancia como nadie lo había hecho desde que nacieran estos caminos de hierba, de libertad de tránsito, de comercio.  Una red visible y bien trazada de cañadas, cordeles y veredas sin fronteras. De todos. Los de Bilbao saben que nacieron gracias a la lana merina que embarcaban en su ría. Y el resto también, pues las diez cañadas con sus ramales son patrimonio nacional y gracias a Jesús Garzón, de la humanidad.

Aquí, en región, tenemos mucho que recordar del naturalista Jesús Garzón. Le dimos el Premio Castilla y León de Protección del Medio Ambiente en 1993. Por cierto, no sé cómo andamos de este tipo de reconocimientos en la región de mayor biodiversidad del estado español. Preguntaré.

Suso es un arcano de premios y reconocimientos. Colaborador del burgalés Félix Rodríguez de la Fuente, conocido en todas la cañadas y muy querido en tierra de motriles, en Prioro y en las montañas de Burgos, Soria, Palencia y León en cuyos puertos y brañas rematan las autopistas que son pastizales. Habrá que insistir en que su mensaje no se pierda.

Aquí por muchos motivos pues como todo el mundo sabe –o debiera– también lideramos en kilómetros y hectáreas de la red de vías pecuarias españolas. A Jesús Garzón debemos recodarle porque cada día tenemos menos pastores, una cabaña de ovino que languidece y apenas un puñado de trashumantes valientes. Y porque las cañadas reales forman parte de nuestro patrimonio cultural. Gracias Suso. Por tanto.

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