Diario de Castilla y León

EDITORIAL

El reto del ministro de Transportes: por sus obras los conoceréis

Óscar Puente. E.M.

Óscar Puente. E.M.

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EL MINISTRO DE Transportes y Movilidad Sostenible hizo esta semana, en el Club de Prensa de El Mundo de Castilla y León el ejercicio de transparencia que no habían hecho sus predecesores, incluidos los del PP: desvelar la realidad del estado procesal de las infraestructuras de Castilla y León. Su predecesores, incluidos los populares Ana Pastor y el nefasto Iñigo de la Serna, este fue el artífice del entierro del soterramiento en Valladolid, optaron por la oscuridad y el oscurantismo. Ahora conocemos la realidad. Una realidad que nos incomoda por la lentitud inaceptable de algunas obras como son los dos tramos de la A-11 en ejecución en Valladolid, entre Tudela y Quintanilla, que se presupuestaron ya en tres largos años y que, tal y como desveló, por primera vez, Óscar Puente, se va a alargar hasta los seis. Es indecente. Pero es la realidad que ahora conocemos. Es justo exigirle al nuevo titular de la cartera de Transportes que ponga al director de Carreteras a trabajar, que ya va siendo hora, y acelere esas obras, que además no tienen más dificultad que la desidia a la que las sometió la ex ministra Raquel Sánchez, la mayor inutilidad que ha conocido el departamento. Y eso es lo que hay que exigirle al departamento que dirige ahora un castellano y leonés de Valladolid.  

La postura inteligente de la Junta es exigir al ministro saber cuál es el  plan que tiene en materia de infraestructuras para Castilla y León en esta legislatura y que se cumpla. Es decir, más allá de soltar mamporros al aire, como antes soltaban abrazos sin decoro cuando el ministro era Iñigo de la Serna y el consejero del ramo se convirtió en su más fiel palmero, mientras arrinconaba todas las infraestructura de Castilla y León o sepultaba las aspiraciones del soterramiento de Valladolid, reclamar que se acabe con el planificar obras que nunca se acaban. Hace falta un poco de reflexión y altura para hacer de la política un oficio constructivo.  Si lo que se pretende es el dramatismo y la algarada, llegan con los mamporros y los abrazos sin ton ni son.

Luego también está la versión egocentrista acomplejada del alcalde de León, José Antonio Diez, cuya existencia institucional parece limitada a medirse contra sus compañeros de partido en Transportes, antes Ábalos y ahora Puente, con el inexplicable aval y respaldo de un Tudanca  desacertado como nunca. En contraposición está la versión del regidor de Ponferrada, Marco Morala, del PP, que opta por la versión práctica, que supone ponerse a trabajar en los intereses de su zona, empezando por plantarse delante del ministro para que escuche sus legítimos argumentos y reivindicaciones. Al ministro lo que le corresponde ahora es empezar a ejecutar. Y empezar por acabar lo que hay y lo que está en ciernes, no volver a dejar todo en el limbo de una maraña de diseños que nunca ven la luz ni el asfalto. Por sus obras los conoceréis.

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